Punto de vista de Javier
Otra pesadilla me despertó en las primeras horas de la mañana. Solo habían pasado unos días desde que dejé las montañas, pero había regresado dejando una parte de mi alma allí.
Lo sabía, mi lobo lo sabía... y me lo recordaba cada segundo del día.
La culpa infecciosa me carcomía, incluso en mis sueños.
Nada ayudaba, ni entrenar... ni beber.
No era el único que luchaba por dormir, mamá seguía despertándose, gritando... y papá tenía que calmar su estado deteriorado por la muerte de su hermana gemela, nuestra amada tía.
Algo completamente inconcebible para mí. Yo era el mayor de los trillizos... y ni siquiera podía empezar a comprender por lo que estaba pasando. Se suponía que el vínculo de hermanos gemelos era tan fuerte como un vínculo de compañeros, las almas creadas al mismo tiempo dejaban una marca la una en la otra.
Seguía despertando con un sudor frío tras ver a una figura encapuchada en la cueva, atada con cuerdas ensangrentadas... luchando por respirar...