Capítulo 38. Parte 3
Diego:
Aún respiro con dificultad después del torbellino que acabamos de contener. Antonella se recompone con una sonrisa traviesa, mientras yo intento disimular el evidente desorden que ella provocó en mí. Hago una mueca, tratando de acomodar disimuladamente mi pantalón, y ella, al notarlo, se tapa la boca riendo con vergüenza.
No puedo culparla. Me he convertido en un descarado, deseando a mi mujer donde y a la hora que sea, y más aún cuando el riesgo de ser descubiertos hace que todo sea más intenso.
Cómplíces en todo, nos tomamos de la mano y caminamos deprisa hacia el salón de clases, donde Marcus está conversando con Roberta.
—¡Papá! —exclama Marcus, como si no me hubiera visto en días.
—¡Marcus! —respondo en su mismo tono, inclinándome para recibir su abrazo.
—Maestra —escucho a Roberta detrás de mí—. ¿Cómo ha estado?
—Ven aquí, Roberta —sugiero.
—Bien, gracias —responde Antonella con amabilidad.
—Roberta, aquí me siento yo —interviene Marcus, acercándose a su pupitre—. Disculp