Capítulo 4. Parte 3
Diego:Dejo a Marcus en el piso, y Ambra aprovecha para acercarse más de lo normal, pasando su mano sobre mis pantalones, rozando mi miembro levemente. Arrugo la frente disgustado, pero no digo nada al estar Marcus presente.—No tengo mucho tiempo, ¿vamos?Nos sentamos a la mesa. Ambra a mi lado, y Marcus frente a ella, mirándola embobado, como si de un ángel se tratase. Roberta, en pleno silencio, sirve el almuerzo, y sé que debe ir a comer sola a la cocina, haciéndome sentir mal, pues no la considero una empleada, al contrario, es una persona muy especial para mí, una mujer que ha estado apoyándome todos estos años, desde que Ambra cambió.—¡Roberta! —la nombro—. Siéntate a almorzar con nosotros, por favor —le invito.—¿Qué? ¡Estás loco! —exclama Ambra totalmente indignada. Tomo aire y la miro con el ceño fruncido.—Don Diego, no se preocupe, yo almorzaré en la cocina —dice regalándome una tierna sonrisa, mientras pienso que no debe ir a la cocina, pues no estamos en esclavitud, ell
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