Capítulo 38. Parte 2
Antonella:
El tiempo se detiene y solo puedo retroceder a la época en que Bruno me lanzó la primera palabra ofensiva. Recuerdo el día en que derramé café sobre la mesa y recibí como “castigo” una bofetada que me hizo sangrar el labio. Cada castigo, cada palabra, llegué a creer que los merecía. Y ahora tengo frente a mí a Diego, mirándome con dolor y rabia, diciéndome que nada de eso debió ocurrir.
—¿¡Cómo es posible que hayas estado seis años soportando a ese malnacido!?
—¡No más! —exclamo, nerviosa.
—¡Ay, mi amor! —lo escucho decir, levantando las manos para pasarlas por su cabello, mientras yo me limito a cubrirme la cabeza, esperando recibir el golpe que nunca llega.
—Lo siento... —digo al ver el horror en su rostro.
—Jamás te haría daño —aclara con ternura.
—Lo sé... y te pido que no hablemos de Bruno —suplico—. Quiero dejar el pasado atrás, porque ahora soy feliz.
—Es que no puedo dejar pasar que te haya hecho daño... ¡No puedo, maldita sea!
—No deseo hablar de él. Ya di el paso