Capítulo 34. Parte 5
Diego:
Con el cansancio acumulado en el cuerpo y la mente, me asomo al cuarto de mi hijo, asegurándome de que esté dormido. Luego voy a mi habitación, me saco la ropa y me meto en la ducha, tratando de no pensar en lo sucedido o me volveré loco.
Mi momento favorito del día son las mañanas: la oportunidad de ver a Antonella, robarle besos y sentir la adrenalina de que alguien nos sorprenda. Hoy mis consultas comienzan a las diez, y he decidido no enviar a Marcus a clases para que se recupere por completo. Le envío un mensaje a Antonella, asegurándole que pasaré a verla más tarde. Ella comprende perfectamente la situación.
—Buen día, Roberta —saludo entrando a la cocina.
—Buen día, señor —responde, mirándome extrañada—. Disculpe que me entrometa, pero ayer se escucharon hasta mi cuarto los gritos de la señora Ambra.
—Fue un milagro que Marcus no despertara —comento, sacando tazas de la alacena—. Me recrimina que tengo a otra mujer.
—¡¿Qué?! —pregunta intrigada—. ¿Cómo lo supo?
—No lo sé