Entre enemigos y aliados (4ta. Parte)
Dos días después
Málaga
Ramiro
No vi venir la traición de Andrés. Ni por un segundo pensé que tendría las agallas para hacerlo, pero lo hizo. No le importó pactar con ese bastardo de Iván con tal de conseguir algo más que dinero: la presidencia. Y por más que protesté, por más que golpeé la mesa, mi madre volvió a darme la espalda. Me negó el derecho de llevar las riendas de las empresas que yo ayudé a levantar.
Salí de la sala de juntas echando chispas por los ojos, con la rabia burbujeándome por dentro. Las miradas se apartaban a mi paso. Cerré los puños, intentando no estallar. Pero antes de poder encerrarme en mi oficina, la voz de mi madre me alcanzó como una orden disfrazada de advertencia.
—Ramiro, no quiero que te atrevas a sabotear la gestión de Andrés como lo hiciste con Camila.
Me giré despacio, con la mandíbula dura, tragándome la furia.
—¿Cómo es posible que hayas vuelto a quitarme lo que me pertenece por derecho? ¿En qué estabas pensando para apoyar a Andrés?
Ella avanzó