El restaurante está envuelto en un murmullo constante, un murmullo de conversaciones entrecruzadas, copas que se encuentran en brindis discretos y el sonido de la música ambiente, suave y elegante, lo justo para acompañar sin imponerse. STK Steakhouse tiene esa clase de atmósfera que parece diseñada para hacerte sentir parte de algo exclusivo. Luces cálidas, mesas pulidas que reflejaban un brillo tenue y el aroma a carne asándose mezclado con especias que se cuela desde la cocina y hace imposible no salivar.
Entramos los cuatro y noto cómo algunos comensales levantan la vista hacia Alexander, que tiene esa presencia inevitable que atrae miradas, aunque él parece no notarlo. Mis padres caminan a mi lado con naturalidad, pero yo, conociéndolos bien, percibo en sus ojos la curiosidad, el interés que no necesita disfrazar demasiado.
El maître nos conduce hasta una mesa apartada, junto a un ventanal que deja ver las luces de la ciudad. Apenas nos sentamos, Alexander toma el control con una