Ellos van a pagar

Esperamos por largas horas a que el transplante terminara, Alexander daba vueltas por todos lados, buscando con la mirada a los médicos, pero el quirófano seguía cerrado, nadie nos decía nada y la espera estaba resultando insoportable.

—Maldita sea, ¿por qué nadie viene a informarnos qué está pasando?

—Tiene que calmarse, señor, estos procesos suelen ser largos.

—Lo sé, pero esta espera me está matando, necesito saber que todo salió bien —decía desesperado.

—Voy a ir a la cafetería por un té, creo que los dos lo necesitamos —le ofrecí tratando de ayudar un poco.

Él asintió y yo me levanté rumbo a la cafetería, me sentía devastada, el cansancio pesaba sobre mí con una brutalidad impactante, pero necesitaba saber que el trasplante había dado resultados, y que ese niño estaría bien, que al menos él tendría la oportunidad de vivir, que una parte de mi hijo estaría por siempre dentro de ese pequeño.

Estaba a punto de llegar a la cafetería cuando de repente vi a lo lejos la figura de Alan, que se dirigía hacia la suite donde estaba internada Tiffany. Me llené de rabia, quería sacarle los ojos con mis propias manos, apretarle el cuello para que dejara de respirar y que sintiera al menos un poco del dolor que yo estaba sintiendo por su culpa. Había perdido a mi hijo, todo por su maldita obsesión por aquella mujer a la que nunca había podido olvidar.

Lo seguí sin que se diera cuenta, ni siquiera tuvo la decencia de ir primero a la habitación de su propio hijo, pero ¿qué se podía esperar de ese malnacido? Siempre nos había hecho a un lado y ahora no sería la excepción. Karoline abrió la puerta y lo recibió con una sonrisa, a la que él correspondió con la misma intensidad, la miraba de una manera que jamás me había mirado a mí, pero en ese momento, eso ya no me importaba, sólo quería destruirlo, y a ella también, por haberle robado a mi hijo la posibilidad de seguir viviendo.

—Alan, qué alegría que estés aquí, muchas gracias por haber venido por nosotras, Tiffany ya fue dada de alta, por fin podré llevármela a casa.

—Sabes que haría lo que fuera por ti y por esta pequeña a la que quiero tanto —dijo con alegría.

Desgraciado, ojalá y hubiera sido aunque sea un poco cariñoso con Tommy, que si hubiera mostrado al menos una parte de lo paternal que se estaba mostrando con Tiffany…

—Ya está todo listo para que nos vayamos, ¿podrían esperarme un momento aquí?, voy a la habitación de Tommy, no quiero que Aurora empiece con sus dramas, ya la conoces —escupió con tono retorcido.

¿Dramática?, decía que yo era dramática, como si no tuviera motivos para haberle hecho reclamos en el pasado… Debí ser implacable con él, jamás debí permanecer a su lado, tal vez si me hubiera alejado a tiempo mi hijo aún seguiría con vida.

—Papi, estoy cansada, ¿me cargas, por favor? Ya quiero ir a casa —se escuchó la voz de Tiffany.

—Cariño, no molestemos a Alan, él tiene que ir a ver a su hijo, nosotras podemos ir con el chofer, él ya ha hecho demasiado por nosotras.

—Deja de decir esas cosas, Karoline, yo siempre estaré aquí con ustedes cuando me necesiten, y si mi pequeña está cansada, entonces yo mismo la llevaré en mis brazos, luego vendré a ver a Tommy. Si hubiera pasado cualquier cosa ya me habrían avisado.

Me parecía inconcebible escuchar a ese ser tan repulsivo hablar como si mi hijo no hubiera estado realmente grave, Ni siquiera le avisaría sobre su muerte, una abominación como esa no merecía llamarse padre, y mucho menos tenía el derecho de despedirse de mi angelito.

Los vi salir como si fuera una verdadera familia, y un pensamiento se instaló en mi interior más fuerte que nunca: vengarme de Alan Harris y Karoline Whitmore, aunque se me fuera la vida en eso.

Mientras tanto, en la habitación de Max, Alexander se acercó a su hijo con una ternura que se desbordaba por todos lados. Le acarició la mejilla y lo miró con un amor infinito.

—Lo hiciste muy bien, campeón. Ahora vas a tener una vida normal y te voy a ver crecer como siempre quise.

Alexander se dio la vuelta y salió de la habitación, encontrándose frente a frente con su jefe de seguridad.

—Malcolm, quiero que averigües todo sobre Aurora Harper. No quiero que se te escape ni el más mínimo detalle —ordenó con autoridad.

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