Mattia miraba por la pequeña ventana del cuarto del pequeño apartamento, que daba directamente a la calle y de la cuál podía observar todo el panorama sin ser visto.
Adhara se había ido temprano a trabajar, por lo poco que entendió, la señora a la que habitualmente le ayudaba con los quehaceres había sufrido una caída y ella no dudó en salir corriendo a su auxilio.
- Nos vemos más tarde. En la isla te queda el desayuno. Cuídate.- Fueron sus palabras antes de besar su frente y salir corriendo del lugar.
Un suspiro cansado y frustrado brotó de sus labios. Se sentía un completo inútil al no poder ayudar a la pelinegra ni siquiera a lavar los trastos, ya que no era capaz de alcanzar el lavamanos.
Él, que siempre había estado acostumbrado a ser autosuficiente, se sentía un completo desperdicio en aquella condición.
Si tan sólo pudiera recuperarse pronto y regresar, le daría a la pelinegra todo lo que tenía y no dejaría que esta sufriera más... Pero era casi imposible.
Necesitaba ir primero