Máximo, mi compañero, no solo heredó el liderazgo de la manada, sino que también se quedó con su madrastra, Olivia. Cada vez que estaba con ella, acudía a mí a darme explicaciones: —Evelyn, no lo tomes a mal. No tenía otra opción. Eres la única mujer a la que amo de verdad. En cuanto Olivia quede embarazada y tenga al bebé, haré la ceremonia de unión contigo. Me explicó que era una condición impuesta por el Rey Alfa para poder heredar el título de Alfa de la Manada Fantasma. Durante ese año, Máximo pasó al menos trescientos días con Olivia. Cuando ella finalmente quedó embarazada, pensé que podría estar a su lado como su pareja. No obstante, ahí fue cuando comprendí la verdad: Máximo no solo le había entregado a Olivia su cuerpo, sino también su corazón. Al entender que no podía seguir esperando, me agaché, miré a mi hija de siete años y le pregunté: —Cariño, ¿quieres irte conmigo? —Sí, quiero estar contigo, mamá —me respondió. Máximo nunca entendió que yo jamás quise ser la Luna de esa manada, lo único que necesitaba era un amor de verdad, sin condiciones. Y, si no podía dármelo, entonces lo mejor sería irme.
Leer másEn cuanto las palabras de Máximo resonaron en el aire, escuché a mi padre soltar un rugido lleno de furia a mi lado. —¡Qué insolencia!Luego avanzó con pasos firmes, su mirada helada estaba clavada en él. —¡Esta es la Manada Luna de Sangre y no vamos a tolerar tu arrogancia! Que te quede bien claro: Evelyn es mi hija, y su lugar legítimo es como nuestra heredera.—¿Qué? ¿Así que me estuviste engañando todo este tiempo...? —murmuró Máximo, llevándose una mano a la cara, aunque pronto la bajó mostrando una expresión suplicante—. No importa, Evelyn. No te lo reprocharé, solo vuelve conmigo. Te juro que cuidaré de Lilia y de ti. ¿No querías ser mi Luna? Te lo prometo, ese título será tuyo.Lo miré... pero no sentí más que una extraña mezcla de lástima y burla.—Máximo, te equivocas. Nunca quise ser tu Luna, lo único que anhelaba era tu amor... y me traicionaste. Ahora, mi amor está con mi familia, con la Manada Luna de Sangre. Ya no significas nada para mí.Un destello de dolor cruzó por s
Después de varios días de viaje, por fin llegamos al lugar donde todo había comenzado para mí; mi tierra natal.—Mamá, ¿aquí fue donde creciste? —preguntó Lilia, mirando alrededor con ojos curiosos.Asentí, revolviéndole el cabello con cariño. —Sí, Lilia. Este es mi hogar y desde ahora... también será el tuyo.Apenas pronuncié esas palabras, divisé dos siluetas familiares acercándose por el sendero.—¡Papá! ¡Mamá! —grité emocionada, corriendo hacia ellos con Lilia en brazos.Al verme, sus rostros se iluminaron.—¡Evelyn!Me abrazaron con fuerza, como si quisieran asegurarse de que no era solo un sueño.—Has vuelto... de verdad has vuelto —susurró mi madre, temblando por la emoción.Al sentir sus brazos, algo cálido se encendió dentro de mí.—Sí... ya estoy en casa —respondí con la voz quebrada, las lágrimas me nublaban la vista.Mi madre apenas se apartó para ver a Lilia, con la sorpresa grabada en su rostro.—¿Y esta pequeña...?—Es mi hija, se llama Lilia —dije con orgullo, colocándo
Máximo no supo cómo logró sobrevivir esa noche. Se encerró en su habitación, aferrado a una vieja fotografía donde aparecíamos los tres: Lilia, él y yo.No pudo pegar ojo hasta el amanecer.—Evelyn... me equivoqué... de verdad me equivoqué. Por favor, vuelve... no sé vivir sin ti.Una y otra vez murmuraba lo mismo, con la almohada empapada en lágrimas. No podía imaginar un futuro en el que no estuviéramos nosotras. Fue entonces cuando escuchó pasos al otro lado de la puerta. La esperanza le brotó en el pecho como una llama; pensó que habíamos vuelto y corrió a abrir.—¡Evelyn!Pero al ver quién era, su rostro se endureció al instante. —¿Tú? ¿Qué haces aquí?Olivia estaba frente a él, con una expresión preocupada.—Máximo... me inquietó tu estado. Vine a ver cómo estabas —le explicó, intentando entrar a la habitación, pero él la apartó de un empujón.—¡Lárgate! ¡No quiero verte!Ella tropezó hacia atrás, completamente desconcertada. —¿Máximo, qué significa esto?Él la miró con frialdad.
Escribí una carta dejando salir todo lo que había callado durante años; cada decepción, mentira, y promesa rota."Máximo, ya tuve suficiente de tus palabras vacías y las promesas que nunca se hicieron realidad. Desde hoy, entre tú y yo no queda nada. Solo te pido una cosa: no vuelvas a aparecer en nuestras vidas. Ni en la mía, ni en la de nuestra hija."A partir de ese instante, realmente nos convertiríamos en extraños. Cuando Lilia y yo salimos del territorio de la manada en aquel automóvil, Máximo seguía en la ceremonia, rodeado de bendiciones y sonrisas.Todo parecía estar en orden, en perfecta armonía... hasta que, de repente, algo se torció dentro de él. Una inquietud súbita le invadió el pecho, era como si algo esencial le faltara. Como si, sin saber por qué, su alma comenzara a vaciarse.Una extraña sensación recorrió el vínculo que alguna vez compartimos, su corazón empezó a latir con fuerza y el pánico lo tomó por sorpresa. Un miedo inexplicable se apoderó de él. En todo en lo
Tres días después, por fin llegó el cumpleaños de Lilia. Desde temprano, estaba muy emocionada, correteando por la casa con guirnaldas de flores silvestres que había recogido en el bosque. Incluso eligió un delicado vestido lavanda especialmente para la ocasión.—Mamá, ¿crees que papá vendrá?—me preguntó con la mirada brillante, ilusionada—. Me lo prometió hace un año.Le acaricié la cabeza con ternura, forzando una sonrisa. Sin embargo, no tuve el valor de decirle la verdad. Máximo no había aparecido en días, desde que había proclamado a Olivia como su Luna y había anunciado públicamente su embarazo, había desaparecido por completo de nuestras vidas. No obstante, al ver los ojos llenos de esperanza de Lilia, no pude romperle el corazón.—Amor, ve a jugar un rato al jardín. Te voy a preparar tu comida favorita.Apenas salió, tomé la piedra de comunicación y contacté a Máximo.—¿Evelyn? —contestó sorprendido.—Máximo, hoy es el cumpleaños de nuestra hija. ¿A qué hora piensas venir
Apenas estaba amaneciendo cuando recibí una llamada urgente del abuelo de Máximo. Su tono era imperativo: quería que me presentara de inmediato en la manada, y que llevara a mi hija conmigo. Ilusionada, ella pensó que su padre por fin había reservado tiempo para nosotras.—¿Papá quiere hablar conmigo sobre mi fiesta de cumpleaños? —preguntó con una sonrisa radiante.Durante todo el camino, estuvo emocionada, llena de expectativas. Yo, en cambio, no podía deshacerme del mal presentimiento que me apretaba el pecho. El abuelo de Máximo nunca me había tenido en buena estima. Por lo que… que nos llamara de repente, no podía ser señal de nada bueno. Al entrar al gran salón de la manada, tomé con fuerza la mano de mi hija, y lo primero que vi fue a Máximo ayudando a Olivia a sentarse en el sofá, con cuidado y ternura.La escena frente a mí parecía sacada de un retrato familiar: ellos dos, unidos, como si fueran el centro de todo. Y yo... solo era una figura sobrante, una presencia incómo
Último capítulo