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Del corazón roto al liderazgo: mi nueva manada

Del corazón roto al liderazgo: mi nueva manadaES

Cuento corto · Cuentos Cortos
Isabella Luna  Completo
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Resumen
Índice

Ricardo me había prometido que, en el gran banquete de la noche en que se fundara la manada, anunciaría frente a todos los miembros de la manada nuestro matrimonio de ocho años. Sin embargo, ese día, su amor de la infancia, Liliana, ocupó mi lugar, sentándose en el puesto de Luna a su lado. —Dicen que el Alfa tiene una compañera con quien lleva casado ocho años, ¿no será acaso la señorita que está a su lado? —preguntaron los guerreros con causalidad. Ricardo sonrió, sin contradecirlos, como si estuviera dando por válido lo que decían. Quise pedirle una explicación, pero lo escuché decir: —Aunque me ayudaste a conseguir la posición de alfa, tu origen es demasiado humilde, no se compara con la noble cuna de Liliana. Como mi compañera, debes ser más comprensiva. No discutí. Me di la vuelta de manera decidida y me fui de la manada que una vez construimos juntos. Después, fundé mi propia manada y expandí mi territorio hasta convertirlo en el más grande de toda la federación. En la ceremonia, donde el Rey Alfa me otorgó una medalla de honor, Ricardo se paró entre la multitud y le dijo orgullosamente a los que estaban cerca: —Ella es mi esposa. Fingí no verlo, pero él se puso tan ansioso que se le enrojecieron los ojos.

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Capítulo 1

Capítulo 1

En el banquete de celebración, me quedé parada en el borde de la multitud, observando a Ricardo recibir la veneración de los miembros de la manada.

Éramos compañeros desde hacía ocho años, sin embargo, en el lugar de Luna a su lado no estaba yo, sino su amor de la infancia, Liliana.

Los dos se comportaban con intimidad, como si fueran la pareja perfecta.

—Dicen que el Alfa tiene una compañera con quien lleva casado ocho años, ¿acaso será la señorita que está a su lado? —preguntó un guerrero con curiosidad.

Al escuchar esto, Liliana bajó la cabeza tímidamente.

—Eso es asunto privado del Alfa, él aún no planea hacerlo público.

De inmediato, se escucharon murmullos entre la multitud, todos dieron por hecho que ella era la compañera de Ricardo.

—¡Ya que la Luna es tímida, entonces hagamos como que no sabemos nada! —bromeó alguien, riendo.

Ricardo sonrió ligeramente.

—Liliana es la nueva ministra, deben tratarla con respeto.

Todos se rieron a carcajadas y el ambiente junto a la fogata se volvió más animado.

—Talia, ¿esto es parte del espectáculo que planearon? ¿Van a sorprender a todos después? —me preguntó en voz baja Alicia, mi vieja amiga.

No respondí, y mi corazón se llenó de una amargura infinita.

Había acompañado a Ricardo durante muchos años, pero él nunca había reconocido nuestra relación frente a los miembros de la manada. Incluso, cuando alguien cuestionaba nuestra cercanía, él lo desmentía, como si nuestros sentimientos no pudieran salir a la luz.

Y ahora no dijo nada ante los rumores sobre él y Liliana.

Cuando Ricardo fue al baño, lo intercepté en secreto y le pregunté por qué no podía hacer pública mi identidad. Pero él mostró una expresión de fastidio.

—¿Sabes lo que dice la gente de mí? Que soy el único alfa de la Federación Lunaargentina que no nació noble. Aunque me ayudaste a conseguir la posición de alfa, tu origen es demasiado humilde, no se compara con la noble cuna de Liliana. Si supieran que tengo una compañera que nació renegada, me despreciarían aún más. Como mi compañera, debes ser más comprensiva. No pasa nada si dejas que crean que Liliana es mi compañera, así pensarán que yo también nací noble.

Sabía que Liliana era su primer amor, y que una vez lo había salvado cuando él estaba en su momento más humilde y solitario. Pero durante estos ocho años había luchado por él entre las manadas de lobos, lo había ayudado a conquistar la posición de alfa que tenía hoy, y creía que merecía su respeto.

Ahora, usando mi origen como excusa, se negaba a reconocer mi existencia.

Liliana habló de repente:

—En realidad, en esta ocasión logramos conquistar las dos montañas nevadas gracias a que Talia también contribuyó bastante —dijo Liliana de repente—. Aunque no entiende mucho de combate, siempre estuvo ayudando desde un lado. ¡Ahora, invitemos a Talia a subir al escenario a decir unas palabras!

Su propuesta hizo que todo el lugar se quedara en silencio instantáneamente. Los guerreros se miraron entre sí, por un momento no pudieron recordar quién era «Talia».

Pronto, se escucharon algunas voces agudas de cuestionamiento entre la multitud.

—¿Talia? ¿No es la sirvienta del Alfa? ¿Qué contribución podría haber hecho?

—Una omega que ni siquiera puede tensar un arco, ¿qué puede hacer?

Otros directamente se burlaron.

—¿Por qué una sirvienta aparece en este tipo de ocasiones? ¿Acaso tuvo miedo de que Liliana la opacara y vino por su cuenta?

Ricardo frunció el ceño y levantó la mano para interrumpir la discusión.

—Ya basta, Talia no está acostumbrada a este tipo de eventos, sigamos celebrando.

Tras esto, las miradas de desprecio y burla se dirigieron hacia mí como una marea.

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