La tarde en la mansión Bourth avanzaba con una tranquilidad que contrastaba con las emociones de Amatista. Frente a la computadora de Enzo, repasaba diferentes opciones de cursos en línea. El diseño de joyas capturó su atención de inmediato, y después de leer todos los detalles y calcular costos, imprimió la información para mostrársela más tarde a Enzo.
Sin embargo, mientras esperaba su regreso, su entusiasmo comenzó a dar paso a dudas. ¿Sería capaz de completar el curso? ¿Y si no era lo suficientemente buena? Su mente bullía de preguntas hasta que decidió despejarse saliendo al jardín. Con un libro bajo el brazo, un vaso de limonada y un plato de galletitas, se acomodó en la sombra, dejando que la calma del lugar aliviara su ansiedad.
En otro lugar, Enzo estaba inmerso en sus reuniones. Aunque las discusiones de negocio requerían toda su atención, sus pensamientos divagaban hacia los Ruffo. Sabía que su próxima visita no auguraba nada bueno. Hugo Ruffo siempre buscaba sacar ventaja