La tarde avanzaba con una pereza agradable, bañada por el calor del verano. Enzo y Amatista dejaron atrás el momento íntimo en el sofá y se dirigieron hacia la piscina, buscando refugio en el agua fresca. La idea era simple: Enzo quería enseñarle a Amatista a nadar, aunque ambos sabían que no sería una lección fácil, especialmente con la distracción que provocaba el traje de baño de Amatista.
La joven llevaba un bikini azul celeste que realzaba su figura, mientras que Enzo, con un short oscuro, no podía apartar la vista de ella. Cada movimiento de Amatista parecía diseñado para tentarlo, aunque ella lo hacía sin intención aparente. Enzo sabía que debía concentrarse, pero su mirada seguía a cada paso de ella con un interés que no trataba de ocultar.
—¿En qué piensas, amor? —preguntó Amatista, notando la intensidad en su mirada.
Enzo sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella mientras se apoyaba en el borde de la piscina.
—En lo difícil que será concentrarme contigo luciendo así, gatit