El sol ya había ascendido alto en el cielo, la luz suave y cálida filtrándose por las ventanas de la mansión del campo. El aire era fresco, y la mansión, que normalmente estaba llena de vida y actividad, ahora parecía estar envuelta en una tranquila calma, como si solo existieran Enzo y Amatista en ese momento.
Amatista despertó lentamente, sus ojos aún medio cerrados mientras sentía la calidez de Enzo a su lado. Estaba acostada sobre su pecho, escuchando el suave ritmo de su respiración, sintiendo su corazón latir de manera tranquila. El peso de la noche anterior todavía estaba en sus cuerpos, el cansancio lo había impregnado todo, pero, al mismo tiempo, había una satisfacción profunda en el aire. Era como si ambos estuvieran completamente consumidos por la conexión que habían compartido, pero el día apenas comenzaba.
Se estiró suavemente, moviéndose para apoyarse sobre su pecho, y al hacerlo, sintió la suavidad de su piel y la calidez de su abrazo. Enzo despertó lentamente, sintiend