Al llegar a la habitación del hotel, el ambiente estaba tranquilo, casi silencioso, lo que invitaba al descanso. La luz tenue de las lámparas, junto con las cortinas que bloqueaban la luz exterior, creaba una atmósfera cómoda y acogedora. Amatista observó el espejo del baño con una ligera sonrisa en el rostro.
Amatista se miraba en el espejo, deslizando los dedos por el satinado de su vestido rosa. Su escote profundo en la espalda revelaba la suavidad de su piel, mientras su reflejo le devolvía una expresión divertida.
—No tenemos pijamas —comentó, girando un poco para encontrarse con la mirada de Enzo.
Enzo, que ya se había deshecho de su saco y aflojaba los botones de la camisa, le dedicó una sonrisa despreocupada.
—Deberíamos improvisar. Dormiremos en ropa interior.
Amatista asintió con naturalidad y se quedó observando cómo Enzo continuaba quitándose el traje. La camisa blanca cayó al suelo, dejando su torso al descubierto, seguido por los pantalones de vestir que se deslizaron c