Capítulo 16

POV CLARA

El lunes llego a la empresa y hay un silencio tan lúgubre que me da escalofríos, mis compañeros ni siquiera levantan la vista cuando paso. Tengo miedo. ¿Se habrán entrado de lo que pasó el sábado entre Hernán y yo?

Me acerco a mi escritorio con un sentimiento de vacío indescriptible. Los eventos del fin de semana todavía están frescos en mi mente, y no puedo evitar preguntarme qué va a pasar ahora. ¿Cómo reaccionará Hernán al verme? ¿Seguirá sintiendo lo mismo por mí después de todo lo que pasó?

Me siento en mi silla y trato de concentrarme en mi trabajo, pero mi mente sigue divagando. Mis dedos tamborilean nerviosamente sobre el teclado, sin poder escribir ni una sola palabra coherente.

Apenas pasan diez minutos cuando una voz chillona me hace saltar en el lugar. Levanto la vista y me encuentro con Valeria, que trae puesto un vestido escotado y su cabello bien peinado en una cola alta. Tengo que admitir que envidio su belleza.

—¡Clara! —me saluda con una falsa alegría—. ¿Por qué Hernán nos convocó a una reunión urgente?

—¿Qué? —cuestiono. La verdad no sabía nada de eso, ni siquiera me mandó un mensaje para avisarme—. Yo no estoy enterada de ninguna reunión urgente.

—Ah… —expresa con una sonrisa socarrona—. Debe ser solo para la gente importante de la empresa.

—De hecho, Clara también va a participar de la reunión —suelta una voz masculina detrás de ella. Mi corazón comienza a latir desbocado en cuanto veo a Hernán—. Clara es importante para mí y para la empresa también —agrega, cruzando una mirada conmigo.

Es solo por un segundo, pero es tal la intensidad con la que me mira que siento mi respiración entrecortada.

—Ya veo —dice Valeria mirando entre mi jefe y yo, con una ceja levantada y una sonrisa apenas contenida. Se gira hacia Hernán y adopta una postura más formal—. Entonces, ¿a qué hora será la reunión?

—En diez minutos en la sala de conferencias. No quiero que falte nadie —responde Hernán, con voz firme y autoritaria. Valeria asiente y se aleja, dejando tras de sí un rastro de perfume caro.

Cuando se va, Hernán se acerca a mi escritorio, su expresión se suaviza un poco.

—Clara, ¿estás bien? —pregunta en un tono más bajo, casi susurrando.

—Sí, solo un poco sorprendida por la reunión —respondo, intentando mantener la compostura.

—Lo siento por no avisarte antes. Hay algunas cosas importantes que debemos discutir —explica—. No te quedes con lo que dijo Valeria, realmente eres muy valiosa.

Asiento con una sonrisa agradecida, sintiendo que mi estómago se retuerce. No tengo idea de lo que va a pasar en esa reunión, pero puedo sentir que es algo serio. Hernán me da una pequeña sonrisa de aliento antes de dirigirse a la sala de conferencias.

Reúno mis cosas y me dirijo también hacia allí, encontrando a mis compañeros y Daniel ya sentados y esperando. Valeria está en una esquina, mirándome con una mezcla de curiosidad y desdén. Me parece que es una mujer muy intuitiva, tendré que tener cuidado con ella, sobre todo porque sé que también está detrás de Hernán.

El jefe entra poco después, cerrando la puerta tras de sí. Se coloca en la cabecera de la mesa y nos mira a todos con una seriedad que no le había visto antes. Lo peor de todo es que se me hace tan atractivo… ¡Concéntrate, Clara!

—Gracias a todos por venir en tan poco tiempo. Hay varios temas que necesitamos abordar —comienza, sus ojos encontrándose con los míos por un breve instante antes de recorrer la sala—. En primer lugar, vamos a hablar sobre algunas reorganizaciones necesarias en la empresa. Esto es porque dentro de un mes debo irme de viaje y no sé cuánto tiempo vaya a tomar mi regreso, así que dejaré a cargo de la presidencia por tiempo indefinido a Juan Seira —anuncia, mientras Juan, un hombre gordito de ojos negros de mediana edad con postura confiada esboza una sonrisa desde su asiento. No parece sorprendido con la noticia, así que supongo que Hernán se lo habrá dicho antes.

Las reacciones en la sala son variadas. Algunos parecen impresionados, otros simplemente curiosos y creo que algunos disgustados de no ser ellos los que tomen el mando. Valeria arquea una ceja, claramente intrigada.

—Entiendo que esto pueda ser inesperado para muchos, pero es una decisión que he considerado cuidadosamente. Juan tiene mi total confianza y sé que puede manejar la empresa en mi ausencia —continúa Hernán, mirando a todos los presentes—. De todos modos, me mantendré en contacto con él para cualquier cosa que necesite.

—Gracias, Hernán —dice Juan, levantándose—. Estoy comprometido a mantener el mismo nivel de excelencia y liderazgo que Hernán y Daniel nos demostraron. Cuento con todos ustedes para que trabajemos juntos y logremos que este periodo de transición sea lo más ordenado posible.

La sala murmura en aprobación, aunque la tensión sigue presente. ¿Ahora voy a ser la secretaria de Juan? Hernán toma la palabra nuevamente.

—Además, habrá algunos cambios en las responsabilidades de ciertos departamentos para asegurarnos de que todo funcione correctamente durante mi ausencia. Clara se va a encargar de enviar un comunicado con los detalles más tarde —anuncia.

Después de cubrir otros temas empresariales, Hernán cierra la reunión.

—Gracias a todos por su atención. Nos aseguraremos de que cualquier duda o preocupación sea atendida en los próximos días —concluye. Mientras los demás se levantan y empiezan a salir de la sala, Hernán se dirige a mí y toma mi brazo antes de que me mueva—. Clara, hay algo más que necesito discutir contigo —dice en voz baja, y mi corazón se acelera.

Valeria y los demás nos lanzan miradas curiosas mientras abandonan la sala. Daniel le da una palmada en la espalda antes de salir. Una vez que la puerta se cierra, Hernán se sienta frente a mí, su expresión claramente pensativa.

—Sobre el sábado… —empieza. Ahí está, va a decir que no le dé importancia, que estábamos borrachos—. Sigo sosteniendo mi postura de esperar al momento oportuno para…

—Ah, sobre eso, yo quería comentarle que… bueno, más que nada pedirle disculpas porque… —lo interrumpo, sintiendo mi rostro ardiendo. Él arquea una ceja y se pone de pie—. Estaba borracha y sé que no corresponde… lo que hice.

—¿Lo que hiciste? —cuestiona, se acerca a mí con una pequeña sonrisa y me siento aprisionada contra la mesa.

—Sí, bueno, ya sabes... —balbuceo, sintiendo que mi rostro se pone aún más rojo—. Lo del beso. No debería haberlo hecho.

Hernán se inclina ligeramente, y su proximidad hace que mi corazón empiece a latir con fuerza.

—¿Estás realmente arrepentida de eso? —pregunta, entrecerrando sus ojos. No puedo negarlo, no me sale—. Yo tampoco —agrega, al ver que no hay respuesta por mi parte.

Toma un mechón de mi cabello y lo tira hacia detrás de mi hombro, dejando mi cuello expuesto. Su boca recorre mi piel y lo siento inhalar con profundidad antes de sentir su mano en mi cintura. Cierro mis ojos, aguantando las ganas de saborearlo una vez más.

Hernán continúa acariciando mi cuello con sus labios, y mi corazón late con tanta fuerza que temo que él pueda oírlo. Siento su mano bajando hacia mis muslos de manera firme, pero delicada, y la calidez de su toque me envuelve.

—Hernán... —gimo, sin poder contenerme. No sé si estoy pidiéndole que se detenga o que continúe.

Él levanta la cabeza y me mira, sus ojos verdes llenos de una intensidad que me deja sin aliento.

—Clara, hay muchas cosas que quiero explicarte, cosas que no vas a entender de inmediato, pero necesito que confíes en mí —dice con voz baja y suave—. Eres más importante para mí de lo que te imaginas, y quiero que lo sepas.

Asiento lentamente, mis pensamientos enredados en la maraña de emociones que siento.

—Confío en ti, Hernán —respondo en un susurro.

Él sonríe, una sonrisa cálida que me llena de una sensación de seguridad y cariño. Se aparta un poco, pero mantiene su mano en mi cintura.

—Bien, tenemos mucho que hacer antes de que me vaya. Quiero que estés preparada para lo que venga —dice, su tono volviendo a ser profesional, pero con un toque de ternura.

—¿Voy a ser secretaria de Juan cuando te vayas? —pregunto. Él se ríe y niega con la cabeza.

—No, tú te vienes conmigo. 

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