POV HERNÁN
Siento un dolor tan agudo que me parte el alma, un desgarro que no es físico, no es una herida de garra ni el impacto de un golpe, sino una herida profunda en el tejido mismo de mi ser. Es un eco sordo que me inmoviliza, me congela en el epicentro de una batalla infernal. Mi vínculo. El vínculo con Clara. Se ha roto. La conexión que nos unía, más fuerte que cualquier lazo de sangre, se ha deshecho en un instante, dejando un vacío ensordecedor.
—¡Clara! —grito dentro de Lyke, mi voz es un rugido primario de desesperación que se desgarra en mi garganta, un sonido brutal que se ahoga y se pierde en el estruendo caótico de la guerra que nos envuelve.
Lyke, aúlla con una furia y un pánico que jamás había experimentado. Es el terror ancestral de la pérdida, la agonía insoportable de la separación de su Luna, de nuestra Luna. Siento un agujero negro en el pecho, una vorágine de nada donde antes residía la luz, la calma, la presencia constante y reconfortante de Clara. Era mi ancla