Clara Rojas, una joven con un pasado marcado por la tragedia, encuentra una nueva oportunidad en la empresa Wolf y Asociados. Pero su primer encuentro con el enigmático dueño de la compañía, Hernán Selton, despierta una conexión inexplicable y eléctrica. A medida que Clara se sumerge en su nuevo trabajo, lucha por desentrañar los misterios que rodean a Hernán, mientras lidia con las complicaciones de su pasado y las intrigas del presente. Sin embargo, lo que Clara no sabe es que Hernán oculta un secreto oscuro: es un hombre lobo atormentado por la creencia de que Clara, una humana aparentemente normal, es su pareja destinada. ¿Podrá Clara resistirse a la atracción magnética que siente por su enigmático jefe, o sucumbirá ante un destino que parece haber sido escrito en las estrellas?
Ler maisPOV HERNÁN
Sus zapatos hacen eco en la oficina ni bien entra. Sus labios, pintados de un rojo intenso bastante llamativo, tiemblan un poco en cuanto me ve. Su cabello oscuro, largo hasta la cintura, hace contraste con su tez pálida y sus ojos, de color pardo, me miran con una mezcla de interés y temor.
Le hago un gesto con la mano para que tome asiento frente a mí y alisa su camisa color verde agua antes de sentarse.
Me aclaro la voz antes de hablar.
—Bien, soy Hernán Selton, dueño de la compañía Wolf y asociados —me presento. Ella asiente con la cabeza—. Usted es Clara Rojas, ¿verdad?
—Así es —responde en un murmullo apenas audible.
Estiro mi mano para estrechársela y, en cuanto tengo contacto con su piel, una corriente eléctrica me invade de pies a cabeza, provocando que retire mi brazo con rapidez y brusquedad. Trago saliva con fuerza.
—¿Está bien, señor? —me pregunta, notando que quedé paralizado.
—Sí, perdón, voy a buscar algo de agua… —respondo levantándome con torpeza.
Me dirijo al dispenser de agua y lleno un vaso, el cual vacío de un trago.
¿Es posible que ella sea mi pareja? No, no puede ser, es humana. No huelo a su loba, y mucho menos tiene un aura reconocible.
Sacudo la cabeza, quizás es sensación mía, debe ser que solo me parece atractiva. Sí, seguro es eso.
Acomodo mi corbata antes de volver a sentarme frente a ella y dirijo mi atención a los papeles que tengo sobre el escritorio.
—Bueno, señorita Rojas, comience por explicarme porqué desea el puesto como mi asistente y porqué debo dárselo —exijo.
Ella se remueve en el asiento, está un instante en silencio y suelta un suspiro.
—Deseo el puesto porque necesito el trabajo y debe dármelo porque soy responsable, diligente, capaz y muy trabajadora. Puedo trabajar haciendo horas extras ya que no tengo cosas en mi vida personal que me roben el tiempo —replica con seguridad.
Anoto esas cosas en mi libreta y la miro con interés.
—¿A qué se refiere con “cosas que me roban el tiempo”? —quiero saber.
—No tengo hijos, no estoy casada ni en pareja, tengo mucho tiempo libre —contesta encogiéndose de hombros.
«Eso me interesa», pienso.
—¿Tiene algún título universitario? —inquiero.
—Tengo conocimiento en administración de empresas, pero no tengo el título… —Antes de que le pregunte el motivo, ella prosigue—. Tuve un accidente hace unos años, paralizó mi vida por completo y tuve que dedicarme a mi recuperación al cien por ciento, por lo que me hizo dejar los estudios de lado, y ahora no puedo volver ya que necesito trabajar para pagar los gastos médicos.
—Lamento mucho que haya pasado por eso, señorita Rojas… —digo con sinceridad.
—Gracias, pero, de todos modos, no quiero el trabajo por lástima, sino porque realmente estoy capacitada para el puesto —agrega con tono seguro. No se parece en nada a la mujer tímida de hace unos minutos, lo cual me deja sin palabras.
—Bueno, en ese caso, voy a leer nuevamente su currículum y recursos humanos la estará llamando en el transcurso de los días para avisarle si queda en el puesto o no —contesto.
Ella asiente y nos ponemos de pie al mismo tiempo.
Evito darle la mano, pero ella la extiende y no puedo ser descortés.
Ahí está de nuevo, la m*****a corriente eléctrica.
—Hasta luego, señor Selton —expresa, dando media vuelta.
No puedo evitar mirar las curvas que su falda lápiz deja a la vista. Sin dudas, tiene un cuerpo perfecto.
Ni bien desaparece por la puerta, suelto toda mi respiración en una exhalación pesada, y masajeo mis ojos para calmar mi estrés.
¿Qué m****a es esa corriente eléctrica que sentí al tocarla? Según dicen, esa sensación es la que el lobo tiene cuando encuentra a su pareja, ¡pero ella es humana! ¿Cómo la diosa me va a emparejar con una humana? Imposible, no hay casos así en el mundo sobrenatural.
Además, decidí alejarme de la manada y vivir en el mundo real para no tener pareja, ni compromisos, y mucho menos dejar un legado.
Me recuesto en mi silla, tratando de ordenar mis pensamientos. No puedo permitir que una simple entrevista de trabajo me perturbe de esta manera. Pero esa sensación, esa extraña corriente eléctrica al tocar a Clara, sigue retumbando en mi mente, desafiando toda lógica.
Me obligo a concentrarme en los documentos frente a mí. Reviso el currículum de Clara, pero mi mente sigue divagando. ¿Qué está pasando? ¿Por qué reacciono así ante ella? Es solo una humana, una empleada potencial, nada más. Aunque algo en su presencia me perturba profundamente.
Decido que necesito respuestas. Me levanto de mi escritorio y camino hacia la ventana, mirando hacia el bullicioso paisaje urbano más allá. Mis pensamientos están en un torbellino, tratando de encontrar alguna explicación lógica para lo que acaba de suceder.
¿Y si… y si ella no es solo humana? ¿Podría ser posible que haya algo más en ella, algo que no puedo percibir de inmediato? Mi mente se llena de dudas y preguntas sin respuesta, pero antes de que pueda profundizar en mis pensamientos, mi teléfono suena, interrumpiendo mis reflexiones.
Es mi asistente, la cual está embarazada y por eso necesita un reemplazo, recordándome mi próxima reunión. Respiro profundamente, tratando de despejar mi mente de pensamientos intrusivos. No puedo permitir que esta situación interfiera con mi trabajo. Debo mantenerme enfocado en los negocios, en el éxito de mi empresa.
Con un esfuerzo, vuelvo a mi escritorio y me sumerjo en la preparación para mi próxima reunión. Pero a pesar de mis mejores esfuerzos, la imagen de Clara Rojas y esa inexplicable corriente eléctrica persisten en mi mente, como un enigma sin resolver que se niega a desaparecer.
Necesito más información. Tal vez haya algo en el historial de Clara que arroje luz sobre esta situación. Abro mi computadora y comienzo a buscar su perfil en línea, revisando sus perfiles en redes sociales y cualquier otra información disponible.
Sin embargo, mientras navego por las páginas web, una voz en mi mente me advierte que estoy cruzando una línea. ¿Qué derecho tengo de investigar la vida personal de alguien de esta manera? Pero a pesar de mis reservas, no puedo evitar sentir una urgencia desesperada por comprender lo que está sucediendo.
Finalmente, después de una hora de búsqueda que no dio frutos, cierro la computadora con frustración. No he encontrado ninguna respuesta, esta mujer ni siquiera tiene perfil en redes.
Me siento agotado y confundido, pero también determinado a descubrir la verdad detrás de esta misteriosa conexión con Clara Rojas.
Y es por eso que la voy a contratar.
POV CLARAY entonces los veo.Criaturas deformes. Lobos con pieles irregulares, ojos rojos que brillan con una luz maligna, garras y colmillos más grandes de lo normal. No hay rastro de alma en sus miradas. Solo una obediencia ciega, una furia dirigida. Son los monstruos de mi visión.El primero en entrar es una mole. Enorme, con un pelaje gris sucio y una pata delantera deforme que arrastra por el suelo. Sus ojos, dos puntos incandescentes, se fijan en mí. El Guardián se lanza contra él sin dudarlo, en un estallido de poder que hace que el búnker tiemble. Los otros entran en masa, un torrente de cuerpos retorcidos que llenan el pequeño espacio.La batalla es brutal. El Guardián, a pesar de su increíble fuerza y agilidad, está superado en número. Lucha con una ferocidad que nunca antes había visto, sus movimientos son precisos, letales, cada golpe derriba a una criatura, pero por cada una que cae, dos más toman su lugar. Su respiración es pesada, pero su determinación es de acero.—Cl
POV CLARAEl sonido de la batalla, amortiguado, pero inconfundible, resuena a través de las paredes del búnker. Cada gruñido, cada impacto distante, es un golpe directo a mi corazón. Estoy de pie, con las manos apretadas, observando la puerta sellada de metal con una desesperación que me carcome por dentro. El Guardián está conmigo, una presencia silenciosa y vigilante que se interpone entre el peligro y yo. Su rostro, ahora joven y enigmático, es una máscara de concentración, sus ojos dorados fijos en el punto más vulnerable de la fortificación.A mi alrededor, el búnker, que antes parecía un refugio frío y desolado, ahora está lleno de vida, de miedo y de una extraña camaradería. Decenas de mujeres y niños, rescatados de la primera línea de la batalla, se apiñan en el espacio, susurrando oraciones, aferrándose unos a otros. El aire está cargado de la tensión, del olor a tierra húmeda y a miedo.Marina está a mi lado, sus ojos bien abiertos, su rostro pálido, pero firme. Con una mant
POV HERNÁNEl rugido de las criaturas aún retumba en el aire, pero no más fuerte que los latidos de mi propio corazón. Es un tambor furioso, golpeando contra mis costillas, impulsado por una mezcla de rabia y terror. Todo es caos alrededor: antorchas derribadas que pintan la oscuridad con chispas fugaces, sombras que se mueven como cuchillas vivas, aullidos que no suenan a manada, sino a algo mucho más oscuro, más primitivo y corrupto. Huelo la sangre fresca mezclada con el hedor a azufre que acompaña a esos renegados. Y, aun así, mi único foco es Clara y el pequeño latido que siento crecer dentro de ella, quienes absorben toda mi atención, toda mi desesperación.—¡Clara, por favor! —le digo por tercera vez, con voz ronca, casi un gemido de súplica, tomándola por los brazos con más desesperación que fuerza. Aprieto sus codos, con la urgencia de que me escuche, de que entienda la magnitud de la amenaza—. ¡Tienes que irte ahora! ¡No hay tiempo!Ella no cede. Está plantada frente a mí co
POV CLARASiento el suave roce de la seda contra mi piel, una sensación etérea que contrasta con el torbellino de emociones en mi interior. El aire en la habitación está cargado con una mezcla de nerviosismo, expectación y el dulce aroma de las flores frescas que adornan cada rincón. Es el día de nuestra asunción.A mi alrededor, las mujeres se mueven con una gracia ancestral, susurrando, riendo suavemente, con sus manos expertas volando sobre telas y cabellos. Mi madre ajusta los últimos pliegues de mi vestido, sus ojos brillando con una mezcla de orgullo y una preocupación tácita que solo una madre puede ocultar tan bien. Marina, con su energía chispeante, ya ha puesto música, una melodía suave que se entrelaza con el murmullo de las voces. Y Nora, con su sabiduría tranquila, trenza mi cabello con hebras de jazmín y romero, explicando el significado de cada flor, cada nudo, como si estuviera tejiendo un escudo invisible de protección.Cierro los ojos por un instante, inhalando profu
POV HERNÁNEl gruñido del Guardián sigue retumbando en mi cabeza, aunque ya haya pasado el momento. Nadie dice nada, pero el aire en la sala está cargado, como si una tormenta se estuviera formando justo sobre nuestras cabezas, aunque aún no haya truenos. Todo parece en pausa, como si el tiempo se hubiera contenido en un único respiro que ninguno de nosotros se atreve a soltar.Clara se mantiene serena, al menos por fuera, aunque sé que por dentro debe estar igual que yo: alerta, confundida… incómoda. Sus dedos no han dejado de acariciar la tela de la manta que tiene sobre las piernas. Un gesto pequeño, automático, que solo hace cuando algo le revuelve el pecho.Yo no aparto la vista de Lucas.Él actúa como si nada hubiese pasado. Sigue revisando notas en su tablet, consultando con el doctor Valcárcel con normalidad, incluso soltando algún que otro comentario técnico como si tuviera el control de la situación, pero esa sorpresa de antes, ese momento donde se congeló al ver al bebé… no
Hay un momento, justo antes de despertarse del todo, en el que no se sabe si lo que una siente es parte de un sueño… o si ya está ocurriendo.Eso me pasa ahora.Siento unas manos cálidas, fuertes, que me envuelven con cuidado. Un brazo bajo mis rodillas, otro rodeando mi espalda. Un cuerpo tibio que se inclina hacia mí. El olor familiar que me atraviesa como un suspiro.Hernán.Podría seguir dormida y saber que es él. Por cómo me sostiene. Por cómo me aprieta contra su pecho sin apurarme, como si cargarme fuera algo que hizo toda la vida.—Shh... solo duerme —susurra, cerca de mi oído, con la voz ronca de quien tampoco ha dormido mucho.Abro los ojos. La sala está en penumbra, bañada por la luz suave de las luces de neón que entra por las cortinas entreabiertas. A mi alrededor, sigue el campo de batalla de la pijamada: tazas vacías, almohadas desparramadas, Marina roncando envuelta como un burrito en una manta de flores. Vera y Nora duermen en los sillones del otro lado, inmóviles. Pa
Último capítulo