Clara Rojas, una joven con un pasado marcado por la tragedia, encuentra una nueva oportunidad en la empresa Wolf y Asociados. Pero su primer encuentro con el enigmático dueño de la compañía, Hernán Selton, despierta una conexión inexplicable y eléctrica. A medida que Clara se sumerge en su nuevo trabajo, lucha por desentrañar los misterios que rodean a Hernán, mientras lidia con las complicaciones de su pasado y las intrigas del presente. Sin embargo, lo que Clara no sabe es que Hernán oculta un secreto oscuro: es un hombre lobo atormentado por la creencia de que Clara, una humana aparentemente normal, es su pareja destinada. ¿Podrá Clara resistirse a la atracción magnética que siente por su enigmático jefe, o sucumbirá ante un destino que parece haber sido escrito en las estrellas?
Ler maisPOV HERNÁNEl cielo todavía está cubierto de un gris pálido cuando salgo al porche. El aire de la mañana tiene ese olor fresco que anuncia movimiento y cambio. La luz apenas empieza a asomarse entre los árboles, tiñendo las hojas de un verde más brillante. Es temprano, pero en la casa ya hay señales de vida.Dentro, las voces se cruzan con ritmo acelerado. Elian da indicaciones entre risas, Marina revisa mochilas y bolsas con una eficiencia casi militar, y Vera murmura con Sebastián mientras llenan termos y organizan frascos con infusiones y remedios naturales para el viaje.Clara aún no ha bajado. Sé que necesita un poco más de tiempo. Anoche tuvo una charla intensa con su madre, y no hace falta ser vidente para saber que ambas salieron de esa cocina más unidas que nunca.Me acerco al auto y reviso los últimos ajustes. Neumáticos, tanque lleno, mantas, agua, una caja entera de galletas que Elian insistió en llevar “por si la Luna embarazada se pone caprichosa”.—¿Listo para la traves
POV CLARALa noche es espesa, silenciosa. El tipo de silencio que no asusta, sino que acompaña. Miro el techo un momento más, con los ojos bien abiertos, sabiendo que no voy a poder volver a dormir.No por pesadillas. No por visiones.Por antojo.—Duraznos… —murmuro, aunque ya los comí antes. No se trata solo del gusto, sino de la sensación. El recuerdo dulce en la boca y el amor con el que todos fueron capaces de buscarlos solo para cumplir mi capricho.Me muevo con cuidado. No quiero despertar a Hernán, que duerme profundamente a mi lado. Me quedo unos segundos observándolo. Tiene el ceño levemente fruncido, como si incluso en sueños intentara protegerme de algo. Su pecho sube y baja con calma, y esa calma me sostiene incluso cuando no dice una sola palabra.—Gracias por ser mi paz —susurro, aunque no me escucha.Tomo la manta a los pies de la cama, me la envuelvo sobre los hombros y salgo en silencio. Mis pies descalzos apenas hacen ruido sobre la madera. La casa entera parece dorm
POV CLARADespierto con una calma extraña. No es que me sienta bien, pero al menos mi cabeza ya no da vueltas y el mareo ha pasado. Aun así, sé que algo cambió. Lo siento en los huesos, en la piel, como si una capa invisible me envolviera, más ligera y, al mismo tiempo, más intensa.Respiro hondo. El aire huele a madera tibia, a infusión de hierbas… y a lavanda. Una parte de mí reconoce ese aroma como algo reconfortante, seguro. La otra parte, la nueva, esa que se despertó tras la visión, percibe mucho más: las notas de magia sutil flotando en el ambiente, el crujido del fuego en la sala contigua, y el latido suave, constante, de una presencia que me acompaña.—¿Estás despierta? —La voz de Hernán llega baja, como si supiera que mi mundo aún no se ha acomodado del todo.Abro los ojos. Él está sentado junto a la cama, apoyado en el respaldo de la silla, con las manos entrelazadas y los codos en las rodillas. Pero sus ojos están clavados en mí. Intensos. Atentos. Cálidos.—Hola —susurro.
POV HERNÁNEl aire en la cocina cambia de golpe.Donde antes había risas, cucharas tintineando y el murmullo cálido de una familia improvisada, ahora hay un silencio espeso. Uno de esos que presagian tormentas.Todos se quedan quietos. Incluso Elian, quien siempre parecer tener una broma lista.Mis ojos no se apartan de Clara. Está pálida, demasiado. Sus labios tienen un leve temblor que intenta controlar, y sus dedos… sus dedos tiemblan cuando rozan el colgante que apareció con el forastero.Me acerco con cuidado, como si cualquier movimiento brusco pudiera deshacerla.—Clara… —mi voz es baja, pero firme—. ¿Estás bien?Parpadea. Una vez. Dos. Como si regresara de muy lejos. Me mira, pero sus ojos parecen atravesarme. Finalmente, niega con la cabeza, apenas.—Me siento... mareada —susurra, llevándose una mano al vientre. La forma en que lo hace me estruja el pecho. Es instintivo, protector, casi animal.—Siéntate —le digo de inmediato, guiándola hacia la silla más cercana.Elian ya es
POV CLARALa reunión fue como una tormenta suave: llegó con fuerza, sacudió todo… y luego se disipó, dejando una quietud cargada de energía nueva.Ya no queda casi nadie en el claro. Solo unos cuantos… los más cercanos. Marina y Augusto, sentados juntos sobre un tronco. Mis padres conversando con Elian, que parece no poder estar quieto ni un segundo. Adriel se despidió hace un rato. El resto se ha ido a sus casas con una mezcla de emoción y nerviosismo por el entrenamiento que comenzará al amanecer.Y yo… estoy en paz. Bueno, casi. Porque de pronto, sin previo aviso, mi cuerpo decide que necesita algo muy específico.—Quiero duraznos —digo en voz alta, mirando al frente, seria.Todos se quedan en silencio.—¿Perdón? —dice Marina, frunciendo el ceño como si no hubiera escuchado bien.—Duraznos. Con crema. Miel. Y almendras —repito, con más urgencia—. Pero no cualquiera… duraznos bien maduros. Dulces. Jugosos.—¿Ahora? —pregunta Augusto.—¡Ahora! —exclamo—. Lo necesito.Silencio otra ve
POV CLARAEl aire del atardecer está cargado de una energía distinta. Desde donde estoy, semioculta entre los árboles del borde del claro, puedo ver a la manada reunida. Hombres y mujeres se acomodan en círculo, algunos de pie, otros sentados sobre troncos o la hierba húmeda. Los murmullos son bajos, expectantes, como si todos supieran que lo que está por decirse no es una simple reunión.Mi madre permanece a mi lado, firme, silenciosa. Marina me sostiene la mano con calidez, y, por un instante, esa pequeña conexión es lo único que mantiene a raya el nudo en mi estómago.En el centro del claro, sobre una piedra gris gastada por el tiempo —una que seguramente ha sostenido generaciones de líderes—, se encuentra Sebastián. Mi padre.No hace falta que hable para que se haga el silencio. Su presencia sola impone respeto. Es alto, de hombros anchos, con el cabello revuelto por el viento y los ojos como brasas encendidas. Un Alfa de verdad, uno que no necesita gritar para que todos lo escuch
POV HERNÁNNo me gusta la idea de esta conversación. No porque no valore la información, sino porque la idea de sentarme con el padre de Clara, con su mirada severa y su presencia imponente, me incomoda más de lo que me gustaría admitir, pero no puedo postergarlo más.Las noticias de los ataques a otras manadas no son una coincidencia, y todos lo sabemos. Están buscando algo… o mejor dicho, a alguien. Y no soy idiota; sé que ese alguien es Clara.Con pasos firmes, camino hasta la casa principal. El interior es cálido y acogedor, pero la tensión en el aire es imposible de ignorar. Encuentro a Sebastián, el padre de Clara, en su estudio. Está de pie junto a una estantería, hojeando un viejo libro con expresión pensativa. Cuando me ve, cierra el libro y lo deja sobre la mesa con calma, como si hubiera estado esperando esta conversación.—Hernán —dice, sin rastro de sorpresa en su voz.—Sebastián —respondo, más por cortesía que por comodidad.Él me hace un gesto para que tome asiento fren
POV HERNÁNDesde que llegamos a la manada Sombra de Luna, todo ha sido un torbellino de emociones, descubrimientos y sorpresas, pero entre toda la intensidad de conocer a los padres de Clara, el embarazo y la revelación de su magia, me doy cuenta de algo: Augusto y Marina han estado más callados de lo normal.Eso no es algo fácil de ignorar, sobre todo viniendo de Augusto. Mi hermano siempre tiene algo que decir, una broma que hacer, una sonrisa burlona en el rostro, pero ahora… está más serio, más analítico, como si estuviera observando todo con detenimiento. Marina, en cambio, ha estado más retraída, con la mirada perdida en sus propios pensamientos.Decido que es hora de averiguar qué pasa.—Voy a salir un rato —le digo a Clara con tono tranquilo mientras la observo cómodamente instalada en la sala junto a su madre. Parece que se acomodó bien a ella.—¿A dónde vas? —pregunta con el ceño fruncido, lanzándome una mirada curiosa.—Voy a buscar a Augusto y Marina —respondo con segurida
POV CLARAEl aire está cargado de energía. Puedo sentirlo en mi piel, en la ligera vibración que recorre mis brazos mientras observo a mi madre con atención. Estamos en un claro detrás de la casa, rodeadas por árboles altos cuyas hojas se mecen con el viento. La luz del sol se filtra entre las ramas, creando destellos dorados en la hierba.—Lo primero que debes entender es que la magia es parte de ti —dice mi madre con voz pausada—. No es algo que puedas forzar o manipular sin consecuencias. Es una extensión de tu energía, de tu voluntad.Asiento, aunque por dentro siento un poco de escepticismo.—¿Y cómo… se supone que la use? —pregunto.Ella sonríe y extiende una mano hacia un pequeño montículo de piedras.—La magia responde a las emociones, a la intención. Quiero que te concentres en esas piedras. No pienses en moverlas con la mente, piensa en lo que quieres que hagan. Imagínalo, siéntelo.Frunzo el ceño y miro las piedras, sintiéndome un poco ridícula. Respiro hondo y trato de hac