Capítulo 21. La segunda oportunidad
Me aparté un poco, dejando espacio entre nosotros, pero sin perderla de vista. Sentía la necesidad de explicarme, de decir algo que hiciera justicia a lo que estaba pasando, aunque sabía que ninguna palabra sería suficiente.
—Ginevra… te deseo demasiado… —dije con voz temblorosa, casi un suspiro—. Todo esto… todo lo que pasó… fue más de lo que alguna vez imaginé. Lo siento, de verdad… por lo rápido que… —mi vergüenza me obligó a interrumpirme, tragando saliva—. Por favor… dame otra oportunidad.
Ella me observaba, evaluando cada gesto, cada palabra, y en ese instante comprendí que mi disculpa tenía que ser más que palabras: tenía que ser sinceridad pura, deseo contenido y ganas de demostrar que podía hacerlo mejor.
—¿En cuánto tiempo puedes reponerte? —preguntó finalmente, su voz baja pero firme, casi jugando con mi ansiedad.
—Unos… unos minutos —respondí, sin levantar la mirada, sintiendo cómo el calor volvía a subirme al rostro.
Ella asintió ligeramente, y antes de que pudiera decir