C20: No podré garantizar que tu abuela esté viva mañana.
Luego, Jared se dio la vuelta sin decir nada más y salió de la sala. Hazel se quedó quieta, intentando disimular el leve temblor de sus dedos. Nadia, en cambio, continuó recogiendo los vidrios en silencio, con la herida palpitándole en la mano como un recordatorio de que, una vez más, nadie creería en su versión. Nadie se pondría de su lado.
Solo le quedaba obedecer.
Nadia entró al estudio sin decir nada, con las manos entrelazadas frente al abdomen y la mirada fija en el suelo. Sus pasos eran tan suaves que apenas se oían sobre la alfombra gruesa. Sabía que cualquier palabra, cualquier gesto malinterpretado, podía desatar una tormenta.
Jared estaba de pie frente al escritorio y, sin pronunciar palabra, tomó una fotografía que tenía entre los papeles y la lanzó al suelo con brusquedad, como si eso bastara para decir todo lo que pensaba.
—Recógelo —ordenó.
Nadia no respondió. Simplemente se agachó con lentitud, extendiendo la mano herida con cuidado para no tocar los bordes afilados de