C123: No puedo desearle suerte.
Las palabras de Romero calaron profundo en Rowan, que se quedó mirándolo un momento en silencio. Sentía que cada frase que escuchaba era un recordatorio de lo que él mismo había fallado en hacer.
—Lo entiendo, señor Ochoa. Y eso se nota a leguas —agregó Rowan—. Se nota que la aprecia de verdad. Sin embargo… yo no pienso darme por vencido. No voy a detenerme ahora. La voy a buscar donde sea que esté, moveré cielo y tierra si es necesario. Atravesaré mares si eso me lleva hasta ella. Pero la voy a encontrar, pase lo que pase.
Romero lo miró en silencio durante unos segundos que parecieron eternos, evaluando cada expresión y cada palabra, como si quisiera determinar cuánta verdad había en ellas.
—Señor Kohler… ¿por qué está tan interesado en encontrar a Nadia? —preguntó con genuina curiosidad—. Usted la sacó de aquella boda en la que la obligaban a casarse, y yo pensé que lo había hecho porque ya sabía lo que estaba pasando. Que lo hizo por compasión, para salvarla. ¿No fue así?
—No, no