Romero apretó los labios antes de responder. Había un conflicto visible en su rostro: la promesa que le había hecho a la muchacha contra la intimidante presencia del hombre que tenía enfrente.
—No puedo darle detalles —dijo al fin—, porque estaría faltando a mi palabra. Pero… dígame usted, señor Kohler… ¿quién querría quedarse aquí después de lo que le hicieron? Querían obligarla a casarse en contra su voluntad, y después de todo lo que sufrió con esa familia… ¿cree que iba a quedarse?
—Entonces… —soltó Rowan—. Nadia estaba siendo obligada a casarse con ese hombre.
Romero lo miró con gravedad.
—Así es. Yo… lamentablemente no pude traerla conmigo cuando era niña. Jared Bennett es su tío de sangre, con dinero, influencia y abogados de su lado. Yo jamás habría ganado la custodia. Si ella se quedó allí fue porque no tenía alternativa, y porque el sistema favorece siempre al que tiene el bolsillo lleno.
De pronto, en el interior de Rowan, un sentimiento de culpa empezó a crecer. Las piezas