C112: No me habría molestado mancharme las manos por ti.
Nadia permaneció en completo silencio, sin siquiera pestañear, mientras las palabras de Rowan se estrellaban contra ella con la fuerza devastadora de una tormenta. Cada frase que él pronunciaba estaba llena de ira, de un dolor no disimulado, de una herida que se abría más con cada sílaba.
Al principio, ella no respondió ni una palabra. No por indiferencia, sino porque las acusaciones que le lanzaba la dejaron descolocada, sobre todo por la conclusión a la que él había llegado. Era como si, sin previo aviso, Rowan hubiese construido en su mente una historia entera, una versión de los hechos tan lejana a la verdad que por un instante Nadia dudó si de verdad estaban hablando de ella.
Pero Rowan no se detuvo allí.
—Ya lo sé, Nadia —resaltó nuevamente—. Sé que me utilizaste.
No hubo sorpresa en el tono de sus palabras, ni siquiera en su mirada. Era como si ya lo hubiese asumido, como si esa frase no fuera una revelación, sino una sentencia que llevaba tiempo rumiando en su interior.
Luego