C111: Me pusiste a prueba una y otra vez.
Elian se incorporó de golpe, fuera de sí, con el rostro desencajado por la incredulidad. La voz le brotó de la garganta, vibrante de indignación.
—¡Oye! ¿Dónde crees que te llevas a mi esposa? —exclamó, alzando la voz con desesperación mientras señalaba la puerta por donde acababa de desaparecer Rowan con Nadia.
Ya no la llamó prometida. En ese instante, para él, ya era su esposa. Aunque el acto ceremonial no se había concretado, su mente lo asumía como un hecho consumado. El título no era una formalidad: era una posesión que sentía despojada frente a todos.
Elian miró a los invitados con desconcierto y sus ojos se clavaron en los rostros paralizados de cada uno, buscando una reacción que no llegaba.
—¿Qué están haciendo? ¿Por qué nadie se mueve? ¡Deténganlo! ¡No pueden quedarse ahí como estatuas!
El eco de su voz retumbó entre los muros de la iglesia, pero la respuesta fue un silencio, seguido de un intercambio de miradas confusas entre los presentes. Algunos hombres, impulsados por