Límites borrosos

La noche es un manto pesado.

No logro dormir.

La ciudad murmura a lo lejos, pero aquí dentro todo es silencio… hasta que escucho pasos suaves en la cocina.

Me levanto sin pensarlo mucho. Estoy en pijama —short de algodón y camiseta vieja—, pero no me importa. Este penthouse es demasiado grande, demasiado frío. Necesito algo que me recuerde que sigo siendo humana.

Cuando entro a la cocina, lo encuentro ahí. Descalzo, en pantalón deportivo y camiseta negra, apoyado contra la encimera, tomando agua. No parece el magnate imponente que enfrentó una crisis mediática hace solo unas horas.

Parece un hombre. Solo eso.

—¿No puedes dormir? —pregunto, con voz baja.

Él niega con la cabeza, sin mirarme.

—¿Tú tampoco?

—No. Mi cara está en todos los portales de chismes. Difícil relajarse cuando millones de personas creen que te casaste por interés.

—¿Y no fue así? —pregunta con una ceja alzada.

Me acerco y abro la nevera solo para distraerme. Saco un yogur. Me apoyo a su lado. Silencio.

—No fue por interés. Fue por desesperación.

Él me observa de reojo. Algo en su expresión cambia.

—¿Y tu hermana?

—Camila —digo, sonriendo con tristeza—. Tiene once años. Le diagnosticaron fibrosis quística hace dos. El seguro no cubre el tratamiento completo. Cada mes es una batalla. Y la estoy perdiendo.

Silencio otra vez. Pero es un silencio distinto. No incómodo. Más bien… cargado.

—¿Y tú? —me atrevo a preguntar—. ¿Por qué una farsa matrimonial cuando podrías tener a cualquier mujer real?

Liam deja el vaso sobre la encimera y camina unos pasos, como si la respuesta le pesara.

—Porque el escándalo de la boda cubre algo más importante. Hay una adquisición en proceso. Y una cláusula en mi contrato con el consejo dice que debo demostrar estabilidad personal si quiero mantener el control absoluto. Un matrimonio ayuda. Un escándalo de “matrimonio de amor” aún más.

—Ah. ¿Así que soy tu escudo humano?

—Algo así —responde sin suavidad.

Pero luego… se da vuelta. Me mira. Firme. Con intensidad.

—Pero también eres valiente. Y lista. Te enfrentaste a esto con más dignidad que muchas de las personas que he tenido en mi equipo durante años. No eres un adorno. No para mí.

Mi corazón da un vuelco. Me maldigo por la sensación cálida en el pecho.

Me acerco un poco más. No lo planeo. Solo… sucede.

—¿Alguna vez te enamoraste de verdad? —pregunto.

Sus labios se curvan apenas.

—Una vez. Pero aprendí que el amor es una debilidad que algunos no podemos darnos el lujo de sentir.

Estamos demasiado cerca.

Puedo ver las ojeras bajo sus ojos, las sombras que esconde incluso cuando sonríe. Puedo oler el olor a jabón y café en su piel. Su mano se levanta, casi por instinto, y roza mi mejilla. Apenas un roce, pero suficiente para incendiarme por dentro.

—Liam…

Su nombre escapa de mis labios como un secreto.

Él se inclina. Solo un poco.

Nuestros rostros están a centímetros.

Mi respiración es errática. Mi piel, erizada.

Y entonces…

¡TIN!

El teléfono de la cocina suena con violencia. Ambos saltamos como si nos hubieran arrojado un balde de agua fría.

Liam responde con la mandíbula tensa.

—¿Qué?

Silencio. Su rostro se endurece. Mi pecho se aprieta.

—¿Estás seguro? —pausa— Bien. Quédate con él. Que no se mueva de allí. Bajo ahora.

Cuelga. Me mira.

—Tenemos un nombre. Alguien de dentro. Alguien de mi círculo filtró las fotos.

—¿Quién?

—No lo vas a creer —dice, tomando su chaqueta—. Clara.

Siento que el suelo se hunde.

—¿Tu ex?

Él asiente.

—Y no fue un accidente. Lo hizo para destruir esto. Lo nuestro. El acuerdo. Y a ti.

Mi mente da vueltas. No por celos. No por inseguridad.

Sino por miedo.

Porque si Clara está dispuesta a jugar sucio desde el principio… no hay límites para lo que vendrá.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP