Los flashes me ciegan incluso antes de bajar del coche.El chófer abre la puerta con una cortesía que no me pertenece, y de inmediato siento la presión de cientos de ojos. Cámaras, periodistas, susurros, escaneos. Soy la anomalía, la desconocida. La mujer que se casó con Liam Blackwell en Las Vegas sin invitaciones, sin fotos filtradas… hasta ahora.Liam me ofrece su brazo. Su rostro es una máscara imperturbable. Elegante, dominante, absolutamente en control. No hay espacio para dudas. No aquí. No hoy.Lo tomo. Mi mano tiembla. Él lo nota, porque sin mirar siquiera, la aprieta con una firmeza reconfortante. Como si dijera: “Ya estamos en esto, no hay vuelta atrás.”—Recuerda —susurra sin moverse—, sonríe solo cuando yo lo haga. Mantén la mirada en mí o al frente. Eres mi esposa, no una mascota perdida.—Gracias por el aliento —murmuro, con una sonrisa perfectamente ensayada.Caminamos juntos por la alfombra roja del evento benéfico del año. Sus pasos son seguros, los míos aprenden ráp
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