Capítulo 22: Trabajar y Ganar el Dinero Suficiente.
Lía tomó el papel con las manos frías. El uniforme, el horario, la rutina de aseo… todo estaba escrito como si fuera un simple empleo, pero ella sabía que no era casualidad. Nicolás la había visto. Nicolás la había querido allí.
Al salir del despacho, sus ojos se cruzaron con los de la señorita Lara, la asistente personal del magnate. La joven la observó de arriba abajo con desconfianza, como si ya supiera que aquella mujer no había llegado por los cauces regulares.
—Espero que no se equivoque —le dijo en voz baja, con un filo de advertencia—. Aquí no perdonamos los errores.
Esa misma noche, con la bata de aseo puesta y un balde en la mano, Lía recorrió por primera vez los pasillos silenciosos de la firma Cancino. El mármol pulido reflejaba la luz de los ventanales, y cada oficina olía a tinta fresca, café caro y secretos encerrados en carpetas negras.
Mientras pasaba el trapo por los escritorios, sintió la piel erizarse. Estaba dentro. Al fin, después de tanto esfuerzo, había cruzado