—Es broma —me apresuré a decir, soltando una risita—. Solo quiero que relajes esto. —Le toqué la frente con dos dedos, acariciándolo.
—Estás herida. No deberías jugar así conmigo Vera. Suspiró, poniéndose en pie y continuó limpiándome. —Estás tenso —toqué su pecho húmedo—. Demasiado… constipado. Volvió a lanzar una mirada de advertencia. Yo me limité a sonreír y cerrar los ojos, dejándome llevar por el calor del agua y la tranquilidad que él lograba provocar. ... Ya estaba en la cama, vestida con ropa limpia, el cuerpo aún tibio por el baño reciente. Había desayunado hacía poco. Marta había entrado unos minutos antes, retiró los platos. —Señora —saludó, una sonrisa discreta, surcó su rostro—. Me alegra mucho que esté usted bien. —Gracias Marta ¿Cómo has estado? —Ahora mucho mejor señora —antes de girarse para marcharse, añadió—: El pequeño Alaric está dormidito. La nodriza ha estado muy pendien