Capitulo 10
Desperté con una extraña sensación en el pecho. Angustia. Mis ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse a la claridad. Me pasé la mano por el rostro, intentando sacudirme la pesadez.
Estaba en la cama. En mi cama. Las sábanas tenían ese perfume tan característico a suavizante que usaba Marta para lavarlas. Todo parecía normal.
Moví apenas el cuello. Leo dormía profundamente, boca abajo, con una mano sobre mi muslo. Su respiración acompasada. El cabello desordenado caía sobre su frente y la expresión serena de su rostro era tan cotidiana, tan íntimamente conocida, que algo dentro de mí se estremeció.
¿Fue un sueño?
Se me subió la bilis a la garganta, cuando las imágenes de la noche anterior me asaltaron: la puerta oculta, el pasadizo, el taller... la sangre. Cerré los ojos, inhalé profundo.
Me senté en la cama cuidadosamente, intentando no despertarlo. Mis pies tocaron el suelo. Caminé hacia el baño sin hacer ruido.
Frente al espejo, me revisé. No había nad