- Charles Schmidt
Luego volvió a agacharme frente a Aiden.
—Ven acá, hijo —le pedí con voz suave.
Él se acercó como todo un pequeño caballero. Me miró con una mezcla de miedo, rabia y curiosidad. Dio dos pasos más hacia mí y se detuvo. Sus ojitos, tan parecidos a los míos, me observaban con intensidad.
—¿Por qué dejaste a mamá? —preguntó con voz firme, sin un solo titubeo.
Esa pregunta me atravesó como un cuchillo. No pensé que mi hijo me haría esa pregunta. Porque, en realidad, yo nunca dejé a Rebeca… fue ella quien se alejó de mí. Pero también sabía que, en el fondo, mi orgullo de hombre no me permitía hacer nada por retenerla. En lo más profundo de mi ser… siempre la amé. Mejor dicho, la sigo amando. Pero el recuerdo de aquella noche en la que gritó que amaba a otro hombre me carcomía por dentro. Ese m*ld*to recuerdo me perseguía, me aplastaba el pecho cada noche.
Vi cuando Rebeca intentó acercarse a Aiden. Levante mi mano para detenerla.
Estiré mi mano hacia Aiden y acaricié su