Capítulo 49
Charles Schmidt
Me hervía la sangre. Apreté los dientes mientras miraba a Rebeca sacar su teléfono justo en medio del momento más delicado que podíamos estar compartiendo desde… desde hacía años. Como si no le importara que yo estuviera parado allí, delante de nuestros hijos. Como si mi presencia fuera irrelevante.
Sin pensarlo demasiado, le arrebate el teléfono de las manos. Lo hice con brusquedad, lo admito. Pero la rabia me cegaba.
La pantalla aún iluminada mostraba el mensaje completo: "Te amo, Rebeca. Y sé que vas a ser feliz conmigo”.
Ese imbécil. Julian. Otra vez ese nombre… ese hombre. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo se atrevía a escribirle eso? ¿A decirle que la ama… y estar tan seguro de que ella va a ser feliz con él? Me carcomía por dentro. Me ardía el pecho como si me hubieran dado un puñetazo directo al alma.
¿Será Julian el hombre del que Rebeca estaba enamorada? ¿El mismo al que mencionó aquel día en nuestra boda cuando gritó que amaba a otro? ¿Era él? Lo pensé una