— Rebeca Miller
Salí del baño con las manos temblorosas y el corazón latiéndome en la garganta. Me detuve un instante, justo al cruzar la puerta, y cerré los ojos. Inspiré profundo, queriendo borrar el eco de sus palabras, su aliento aún en mi piel, su mirada clavada en la parte más frágil de mí. Me sequé las lágrimas con la palma de la mano, como si con ese gesto pudiera borrar el caos que Charles dejaba siempre que aparecía.
—Rebeca… —Escuché una voz suave, preocupada.
Era Julián. Se acercó con el ceño fruncido, su gesto tierno y su mirada fija en la mía.
— ¿Qué pasó? —preguntó, tomándome de los hombros—. ¿Estás bien? ¿Por qué estás llorando?
Intenté sonreír. Fracaso rotundo.
—No… no es nada —murmuré, pero mi voz era hueca. No sonaba a mí.
Él no me creyó. Lo vi en sus ojos.
Me abrazó sin pedirme permiso, como si supiera que eso era justo lo que necesitaba. Sus brazos eran firmes, cálidos, sin intenciones ocultas. Refugio en solitario.
—Puedes contarme, Rebe… lo sabes, ¿verdad? —me d