Dante caminó por los pasillos en busqueda de Alonzo, con su mirada intensa y su paso firme. No lo encontró en los lugares habituales, dónde él solía estar, así que decidió ir hasta la biblioteca, donde sabía que posiblemente estaría ahí. La mansión aún estaba llena de los miembros del clan, así que ese sería el mejor lugar para encontrar a su amigo.
Al entrar en la biblioteca, Dante vio a Alonzo sentado en un sofá, con una mujer en sus piernas. La mujer estaba riendo y acariciando el cabello de Alonzo, quien parecía relajado y contento. Dante se enfureció al instante y se acercó a ellos.
—¡Sal de aquí! — le gritó Dante a la mujer, con voz fuerte y autoritaria.
La mujer se asustó y salió corriendo de la biblioteca, dejando a Alonzo solo con Dante.
Alonzo se levantó del sofá y se acercó a Dante, con una sonrisa en su rostro.
—¿Por qué actúas de esta manera?, pareces que estás perdiendo el control hermano. ¿Sabes que no amas a Aurora? ¿Por qué te importa tanto? —dijo Alonzo sin quita