24. La Gala de las Máscaras
El club de élite resplandecía bajo candelabros de cristal que proyectaban luz dorada sobre mármol pulido. Perfumes caros mezclándose con ambición palpable. Sonrisas medidas ocultando intrigas. El aire mismo vibraba con poder y dinero.
Llegué del brazo de Max, vestida en mi verde esmeralda como guerrera en armadura. Diego caminaba detrás de nosotros, presencia silenciosa pero reconfortante.
Las miradas nos siguieron. Por supuesto que lo hicieron.
El escándalo Undurraga era el chisme favorito de Madrid. Y aquí estábamos, presentándonos juntos como si nada hubiera pasado.
Max me ofreció su brazo con rigidez profesional. Lo tomé con sonrisa perfectamente ensayada.
Los murmullos comenzaron inmediatamente:
"Después de todo lo que pasó..."
"¿Crees que ella sabe sobre la embarazada?"
"Qué valiente viniendo aquí..."
Ignoré cada palabra. Había aprendido a usar el chisme como armadura.
Y entonces apareció ella.
Isabela, vestida de rojo encendido que abrazaba estratégicamente su figura, mostrando