—¡Es tu cachorro, Alfa Kaen! —exclamó Claire, su voz temblando de emoción y desesperación. La loba se arrodilló ante él, sus ojos suplicantes reflejando una mezcla de esperanza y miedo.
—¡Acéptalo, te lo ruego, Alfa! Este cachorro es la esperanza de la manada. ¡Cásate conmigo! —sus palabras eran un canto de súplica, un lamento que resonaba en el aire pesado de tensión.
Kaen sintió una oleada de rabia recorrer su cuerpo. Intentó recordar, pero su mente estaba en blanco.
¿Cuándo se había apareado con esa loba?
No podía recordar un solo instante de esa unión, y la confusión lo envolvía como una niebla densa.
Sin embargo, en el fondo de su ser, sabía que eso no importaba. La realidad era implacable.
Si la rechazaba, si se negaba a estar con ella, el cachorro podría morir.
Todos en la manada sabían que, si el padre de un cachorro Alfa lo despreciaba, era probable que el lobo naciera débil y nunca alcanzara el estatus de Alfa.
Bajó la mirada, sintiéndose atrapado entre sus propios sentimient