El bosque estaba inmĂłvil. El aire, denso y cargado de humedad, parecĂa contener la respiraciĂłn ante lo que se avecinaba. Las ramas no crujĂan, las hojas no murmuraban, y ni siquiera los pĂĄjaros nocturnos se atrevĂan a cantar. Eira caminaba en silencio, con los dedos rozando la corteza de los ĂĄrboles como si buscara anclarse a algo tangible, algo real.
La reuniĂłn con el consejo la habĂa dejado con un vacĂo que no lograba explicar. Aidan la habĂa defendido, sĂ, y ella lo habĂa sentido a su lado, fuerte como un muro de piedra frente a la tormenta. Pero tambiĂ©n habĂa notado las miradas furtivas, los susurros que hablaban no solo de la maldiciĂłn, sino de lo que ella representaba: una ruptura en el equilibrio. Un cambio.
Una amenaza.
Desde que habĂa llegado a esa comunidad, su vida habĂa estado en constante reconstrucciĂłn. Pero ahora no era solo su pasado el que cargaba: era la historia de otros, los temores de una manada entera. Y algo en el ambiente âen los sueños que Ășltimamente la visit