Mundo ficciónIniciar sesiónElla fue su LUNA, ahora es una PRISIONERA acusada de matar a su hijo. Lara, mitad loba y mitad elfa, es condenada a tortura por el Rey Alfa Killiam, quien una vez la amó. Su única salida es huir. En su desesperación, solo un rey le tiende la mano: el poderoso Rey Elfo Arion, quien promete limpiar su nombre y revelar el poder oculto de su linaje. Bajo su protección, sus heridas sanan y vislumbra un nuevo futuro. Hasta que un descubrimiento lo cambia todo: está embarazada de Killiam. El Rey Alfa, poseído por una obsesión salvaje al ver su vientre, exige: —¡Vuelve, llevas a mi heredero! Pero el Rey Elfo se interpone: —Tú solo le das dolor; yo le doy todo. Atrapada entre dos reyes y el dilema de ser madre, ¿debe volver a la prisión del odio... o arriesgarse por una libertad incierta?
Leer másLara
El dolor se clava en la piel de mi espalda y se extiende por todo mi cuerpo, haciéndome temblar y gritar desesperada.
Uno, dos, tres...
Cada latigazo se hunde en mi carne, quema y deja el veneno del acónito desgarrando mis células y debilitándome.
—¡Ah! —lloro cuando el quinto latigazo se entierra en mi piel y se lleva parte de ella al desenterrarse de mi carne.
La sangre mancha mi vestido blanco y el sudor me provoca ardor y picazón en mis nuevas heridas. Todo es confuso, abrumador y doloroso.
No solo mi cuerpo duele, también mi corazón.
—¡Asesina! ¡Asesina! —estalla en la plaza como una sentencia, sus voces llenas de odio se clavan en mi alma y duelen más que los latigazos que me desgarran la piel.
Mis rodillas heridas reposan sobre el concreto empedrado de la plaza principal del palacio, un lugar ostentoso, reservado para los grandes eventos de la manada, donde solo los ilustres señores pueden estar.
La brisa fría de la noche contrasta con el ardor de mi piel y me hace tiritar mientras levanta algunas hebras de mi cabello plateado como la luna. El sudor las ha pegado a mi rostro y me provocan una molesta picazón, pero mis manos, atadas con esa energía que me consume, me impiden siquiera rascarme.
—Killiam... —susurro, débil, y varias lágrimas salen con mi llamado soso.
Puedo sentir su mirada sobre mí, su quietud. Y eso me duele aún más. Quiero mirarlo, explicarle, pero temo ver que su brillo de amor desaparezca.
¿Por qué me acusan a mí?
No lo entiendo.
—¡Mátenla! —exige alguien entre el grupo. Solo hay nobles y líderes aquí. Personas importantes de la alta alcurnia, quienes una vez me admiraron.
—¡Debe morir! —dice un grupo—. Asesinar al príncipe es un crimen que no se perdona.
—¿Cómo pudo ser tan cruel? Acabar con la vida de un niño inocente —comenta alguien más.
Lloro. Mi corazón está destrozado. No quiero aceptar lo que comentan. Mi niño lindo no puede estar muerto.
Él es la luz de la manada, la alegría del palacio. Lael es tan dulce como la miel, obediente, curioso y muy inteligente.
Esto debe ser una pesadilla.
El pequeño príncipe me llama “mamá dulce” porque la propia lo trata con indiferencia. Ni siquiera parece su madre porque no lo cuida, no lo educa, nunca está cuando él la necesita. Sino que ha relevado su responsabilidad de madre a las sirvientas.
Mi cachorro...
Tú no estás muerto, ¿cierto?
Otro latigazo, y otro... y otro...
Siento mucho mareo y mi horrible realidad se mezcla con los recuerdos...
Vi su carita tierna y triste. Y me agaché en su dirección.
—¿Por qué el príncipe está decaído? —le pregunté, sus ojitos se abrieron mucho y me recorrió con la mirada.
—¿Eres la pareja de papá? —me respondió con otra pregunta, yo asentí con una sonrisa—. ¡Qué hermosa! ¿Puedes ser mi mamá? La mía está muy ocupada para quererme.
Y se me partió el corazón. Su pedido me hizo recordar mi niñez y lo entendí. Así como él, yo también estuve sola y sin cariño.
Y, desde ese día, fuimos inseparables.
¿Cómo es eso de que está muerto y yo soy la culpable? ¡Es absurdo! Ni siquiera me dejaron verlo.
Mis lágrimas caen mientras terminan de darme los sesenta latigazos que corresponden a su edad multiplicada por diez.
Debido al acónito, no puedo sanar, pues es un veneno que debilita a los licántropos. Tampoco soy capaz de hacerlo con mis dones, dado que la sabia vidente usa su magia para encadenarme.
Y aquí estoy, en medio de la plaza principal del palacio, rodeada de personas que me quieren ver morir, acusada por un crimen horrible que yo no cometí.
Atada con la energía mágica de la mujer de apariencia hermosa y cabello tan blanco como el papel.
—¡Esa asesina debe morir! —grita Morana, la madre del pequeño príncipe—. Ella asesinó al heredero del reino. ¡Ella me arrebató a mi cachorro! —llora desconsolada mientras, de rodillas, golpea el suelo de concreto.
Hay luces encendidas que aminoran las penumbras y varias antorchas que traen algunos líderes, como si hubiera necesidad de aumentar el drama, como si con eso convencieran al rey alfa para que me matara.
—Soy inocente... —balbuceo sin poder detener el llanto. Ya se han contado los sesenta latigazos y mi cuerpo tiembla del dolor—. ¡Por favor, deben creerme!
—¡Tu veneno lo mató, zorra asesina! —me acusa la madre—. Hay testigos y ellos dan testimonio de que lo hiciste porque querías que tu simiente fuera quien heredara. ¡Dijiste que mi hijo era un bastardo! ¡Te voy a matar! —Ella intenta atacarme, pero los guardias la detienen.
Morana grita maldiciones en mi contra y exige mi muerte.
Lloro porque es obvio que me pusieron una trampa. Yo sería incapaz...
Otro recuerdo pasa por mi mente. Esa noche hubo una tormenta eléctrica y el príncipe salió de su recámara y corrió por los pasillos.
—¿Por qué lo regañas? —le pregunté a la nana principal, una mujer tosca en su trato.
—No quiere irse a dormir a su cuarto —me respondió con desdén.
—¡Tengo miedo! ¡Me asustan los truenos! —gritó el niño temblando. Yo tenía unos meses siendo la luna de la manada, y él apenas contaba sus cuatro añitos.
Era tan pequeño y frágil...
—Ven a dormir conmigo.
Extendí mis brazos hacia él.
Sus ojitos se iluminaron, pero temía venir a mí.
—Ven. Nadie te castigará —insistí.
Él celebró de alegría y se acurrucó entre mis brazos. Por primera vez me sentí madre y juré protegerlo de todos allí.
—No puede malacostumbrar al príncipe. Su madre le prohibió dormir fuera de su habitación —replicó la mujer, muy molesta y con una mueca de desagrado que me fastidió.
—El rey hablará con ella. Él también tiene derecho a dormir con su hijo si lo desea. Estoy segura de que llegará a un acuerdo con la noble Morana.
Y me marché al lecho con mi esposo. Los tres dormimos felices, sintiéndonos una familia.
Vuelvo a la realidad cuando las voces de los nobles se hacen más fuertes y exigentes. Es simple, quieren verme morir, pues, según todos, yo les arrebaté a su heredero.
Miro mis manos y trato de luchar cuando unos guerreros, ordenados por Killiam, empiezan a golpearme.
El poder de la magia de la sabia es muy fuerte y bloquea los míos.
Cada golpe que me magulla se siente en mi alma.
Killiam, mi mate, el amor de mi vida, siente satisfacción al verme sufrir.
Su deseo de venganza ha empañado todo el amor que me confiesa, su cariño sincero y la pasión que nos definía.
Esta vez me atrevo a mirarlo, con la esperanza de que me crea, de que investigue mejor antes de sentenciarme.
Mis ojos buscan los suyos, que son azules como el vasto mar, siempre brillantes y fieros.
Lloro ante su mirada inquisitiva y mordaz.
—Te juro que soy inocente, mi amor... —le digo entre lágrimas—. Me pusieron una trampa para inculparme. Me conoces, y sabes que yo no sería capaz de algo tan atroz. Sabes que amaba al príncipe como a mi propio hijo...
Un golpe seco me interrumpe.
Es un guardia quien me impacta en la cabeza y me provoca un mareo.
—¡No tutees al rey! —me exige, como si yo fuera una miembro cualquiera de la manada y no quien comparte el lecho con el alfa. Su luna. Su reina.
—¡Killiam, ayúdame! —le ruego, solo para ser golpeada una vez más.
Vuelvo a buscar su mirada y mi corazón termina de romperse en pedazos. En el pasado, sus ojos brillaban de amor por mí, su semblante siempre era dulce y atento.
Ahora, su mirada luce opaca, con una oscuridad que intensifica el azul de sus ojos. Su ceño está fruncido y sus labios, esos que me prometieron protegerme y me dieron los besos más dulces, se aprietan con asco.
Puedo ver odio y repulsión en sus facciones, que, en este momento, me consideran peor que la basura. Todo su amor ha sido reemplazado por la oscuridad, por la furia y el deseo de venganza.
Y eso duele más que la misma muerte.
Lara Observo a Don, Rayane y Oniel, quienes se encuentran de pie junto a mí y a Arion, bien vestidos —como siempre—, con una elegancia y un aire de superioridad que los hace lucir como señores distinguidos y poderosos.Sus máscaras son distintas esta vez, un poco menos invasivas, pues dejan parte de la cara al descubierto y se enfocan en ocultar las orejas, la frente y los ojos.Podría compararlas con un casco hecho en oro, con detalles delicados en diamantes, que abraza parte de la cabeza, incluyendo los ojos, la mitad de la nariz y, por supuesto, las orejas.Cada uno de ellos posee un color distintivo en los detalles con diamantes: Oniel trae piedras negras en su máscara; Rayane, verdes; y Don, azules.Arion, como el rey, lleva los detalles en diamantes rojos.Él luce increíble en su vestuario en tonos blanco y dorado, con decoraciones sutiles de la misma piedra que lleva en su casco. Su cabello rubio como el oro se extiende por su espalda, tan abundante y hermoso que dan ganas de
¡Hola, golosas! Disculpen la tardanza, siempre se me olvidaba hacer esta sección que tenía pendiente. Acá les dejo las respuestas de Arion y Killiam a sus últimas preguntas.Johanna Corsino le pregunta a Arion:Hola, Arion. ¿Por qué no eres sincero?Arion:Hola, Johanna. Me parece una falta de respeto que cuestiones mi honestidad. Te recuerdo que estás hablando con el rey fae, gobernador de todo Faesya. ¿De verdad te has atrevido a llamarme mentiroso?No tomaré en cuenta tu error de humana insolente, pero sí quiero aclarar algo para ti y para todas —incluyendo a la autora—: no miento. Lo que digo es exactamente lo que considero cierto. No hay necesidad de inventar teorías cuando ya hablé con claridad.***Luci Gc le pregunta a Killiam:Necesitan arreglar las cosas. Killiam, ¿qué harás para que Lara te perdone?Killiam responde:Hola, Luci.Coincido contigo en que debemos arreglar nuestra situación, sobre todo porque presiento que Lara y mi cachorro corren peligro. En cuanto a tu pregu
KilliamSobre mi caballo, todavía oscuro, cabalgo en dirección al palacio donde se llevará a cabo el encuentro de reyes y alfas.Dejé a Harold y a Kim a cargo de la manada, pero también investigando el supuesto suicidio de la testigo.No me gusta irme por varios días en la situación en la que se encuentra Luna Carmesí, pero no hay de otra. Necesito conocer al tal Arion y a su luna, entender por qué mi lobo me insta a hacerlo.Mis guerreros vienen detrás de mí y Kul a mi derecha. Ella siempre ha sido muy leal y entregada a las necesidades de Luna Carmesí, respetada por todos y admirada por los dones que ella misma ha aprendido a desarrollar.Yo también confiaba en ella casi a ciegas y la admiraba mucho; sin embargo, últimamente me hace sentir incómodo.La culpa me apuñala y me acusa, porque es injusto ese sentimiento de aversión que ella me provoca, y de verdad lucho en contra de él, mas no puedo evitarlo.Eso, de alguna manera, me pone receloso. Por algo me siento así, ¿no?Suelto un
LaraObservo el vasto violeta difuminado en azul claro y rosado, con nubes tan esponjosas como el algodón.Aves exóticas, nunca vistas en el territorio licántropo, con colores extraños y figuras que jamás habría imaginado, vuelan. Algunas cantan melodías hermosas; otras simplemente disfrutan batir las alas en el cielo.El aire aquí es tan puro, tan agradable, que me siento tranquila y en paz, como si este lugar también fuera parte de mí y yo parte de él.Entro a la casita de madera, rodeada de plantas y flores con luces naturales, y le sonrío a Lila, quien flota alrededor mientras pone algunos platos sobre una mesa redonda que se encuentra en medio de la cocina.—Vamos, prueba estos huevos, son los mejores de Faesya —me ofrece Lila mientras extiende un plato hacia mí.—Ah, ustedes me harán engordar más de la cuenta —me quejo—. Ya mucho tengo con el embarazo y esta barriguita que está creciendo cada día más, y ahora se le suman todas sus comidas. ¿Acaso no puedo visitarlos sin que teng
Morana Arranco las malezas de las plantas junto a los demás mientras intento que los temblores por el frío no me sean un obstáculo para llevar a cabo este trabajo horrendo.Todavía el sol no ha salido y el sereno me hace sentir húmeda. Para colmar mi situación, no tengo ropa que me abrigue.Suelto un suspiro y observo mis manos heridas, pues no sé hacer esto sin lastimarme.Soy un desastre.—Ya sanarás, sigue trabajando —me dice uno de ellos.Tengo ganas de insultarlo, de golpearlo y hacerle entender que no somos del mismo nivel; sin embargo, eso sería apretarme la soga invisible que me tiene atrapada en este lugar y empeorar el trato paupérrimo que recibo, solo porque, para ellos, soy una licántropa inferior y sin familia.Pensé que los siryes eran más amables, pero, al parecer, solo Lara era una mosquita muerta.Soplo mis heridas, como si esa acción pudiera hacer que sanaran más rápido.Mi cuerpo está tan débil y desnutrido que tarda más tiempo del debido en autocurarse.—¿Cómo he
KilliamEn estos días he pensado mucho en la invitación del rey alfa Arion. Si soy uno de los convidados a dicho encuentro, entonces no debería considerarlo un enemigo. Aun así, estaré atento y cauteloso; podría ser una trampa.Todavía no he recopilado muchos datos. Solo sé que ellos estuvieron en el sur, permanecieron unos días allí y luego regresaron a su región. También estoy informado de que lograron varias alianzas y negocios con los alfas de aquel lugar.Camino en dirección a los calabozos, pues necesito revisar en qué ha quedado el asunto de la testigo. La he dejado bajo custodia preventiva mientras se lleva a cabo la investigación, así que hoy he decidido retomar ese asunto y hacerle unas cuantas preguntas que no me han dejado dormir en estos días.—Rey alfa, bienvenido —me saludan mis hombres cuando entro a las oficinas donde se tramitan los casos y los juicios. Es el mismo edificio que los calabozos; solo que estos están en las plantas altas y las cárceles, en el sótano.Ell
Último capítulo