La mañana llegó envuelta en una niebla gris que parecía reflejar el estado de ánimo de Valeria. Había pasado otra noche insomne, escuchando los pasos de Aleksandr patrullando el penthouse como un centinela que nunca descansaba. La distancia entre ellos era ahora tan palpable que podía sentirla como una presencia física en cada habitación.
Se levantó con cuidado, su vientre de seis meses haciendo que cada movimiento requiriera más esfuerzo. El bebé había estado inquieto toda la noche, pateando como si pudiera sentir la tensión que saturaba el aire. Valeria acarició la curva de su abdomen, susurrando palabras tranquilizadoras que deseaba poder creer ella misma.
El ama de llaves había dejado el desayuno fuera de su puerta como siempre, un recordatorio silencioso de su semi-confinamiento. Valeria ya no bajaba al comedor, evitando los encuentros con Aleksandr que invariablemente terminaban en silencio tenso o palabras que cortaban como cuchillas.
Después de comer mecánicamente, Valeria cam