La luz de la tarde se filtraba entre las cortinas del apartamento cuando Valeria recibió el primer mensaje. Había pasado la mañana en una de sus citas prenatales rutinarias, acompañada por Viktor y dos guardias más. El bebé estaba perfectamente sano, creciendo como debía a las dieciocho semanas, pero la inquietud que había comenzado a germinar en su pecho no desaparecía con las buenas noticias médicas.
El teléfono vibró sobre la mesita del café. Un número desconocido. Valeria frunció el ceño, dudando si abrirlo. Los últimos días habían sido extrañamente tranquilos después de la intensidad del rescate y el tiempo en la casa segura. Aleksandr había estado presente, atento, pero también visiblemente tenso, como si esperara que algo explotara en cualquier momento.
Finalmente, deslizó el dedo sobre la pantalla.
Era una fotografía.
Aleksandr entrando a un edificio que Valeria reconoció como uno de los clubes nocturnos que él controlaba. No había nada particularmente alarmante en la imagen, e