El insomnio era un viejo conocido para Adriana. Desde niña, cuando descubrió que su naturaleza híbrida la hacía diferente, las noches se habían convertido en un campo de batalla donde sus pensamientos libraban guerras interminables. Esta noche no era diferente. El reloj digital sobre la mesita de noche marcaba las 3:17 de la madrugada, y ella seguía con los ojos abiertos, contemplando el techo de su habitación en la mansión de Lucien.
La revelación sobre Julián seguía atormentándola. No era solo el hecho de que hubiera sido manipulada, sino la sensación de que todos a su alrededor parecían saber más sobre su vida que ella misma. Incluso Lucien.
*Especialmente* Lucien.
Se incorporó de golpe, apartando las sábanas de seda negra. El frío de la noche acarició su piel, pero ella apenas lo notó. Su mente estaba demas