La luz de la luna se filtraba a través de los ventanales del estudio de Lucien, proyectando sombras alargadas sobre los mapas y documentos esparcidos por la mesa. Adriana se inclinó sobre ellos, estudiando las marcaciones que habían hecho durante las últimas horas. Cada punto rojo representaba un ataque, cada línea azul una ruta de escape, cada círculo negro un posible escondite.
—No son ataques aleatorios —murmuró, pasando su dedo por la secuencia de incidentes—. Hay un patrón aquí.
Lucien se acercó por detrás, su presencia una combinación de calor y frío que aún le erizaba la piel. Colocó sus manos a ambos lados de ella, apoyándose en la mesa.
—Están dibujando algo —confirmó él, su aliento rozando la nuca de Adriana—. Un símbolo antiguo. Lo he visto antes.
Adriana ce