Creo que me quedo dormida, porque está todo oscuro, pero escucho el llanto de una mujer; trato de abrir los ojos, mis párpados pesan, sin embargo, logro hacerlo oyendo más claro el llanto. Es cuando me doy cuenta que Sole está en la sala. Ella ya sabe lo de Lucas. Miro por unos segundos a Aye, que duerme; la contempla, ella no está enterada de nada, es tan ingenua, me gustaría estar en su lugar y no saber ciertas cosas, ignorar todo lo malo. Me dispongo a salir, con cuidado para no despertarla, e ir con Sole; me necesita y la necesito.
—Lina —dice hipando cuando me ve y corre a mí.
Me estrecho en un abrazo y su cuerpo convulsiona en un fuerte llanto. Miro más allá de ella y veo las caras de todos, están callados, llenos de dolor, ensombrecidos, y yo solo puedo culparme por este panorama oscuro de tragedia, el cual es tan sombrío que me cala en los huesos cual si fuera fuego infernal. Es tan grande el dolor que siento, que ya no tengo lágrimas que derramar, mi corazón está quebrado en esquirlas. Ella se separa de mí y sus ojos están tan hinchados que me mata por dentro verla así.
— ¿Cómo estás? ¿Cómo está Aye? —pregunta, mientras trata de componerse.
—Bien —suspiro—, estamos bien —Aprieto su mano y le regalo una sonrisa que no llega a mis ojos; ella asiente devolviéndome otra, que al igual que la mía es forzada.
Me dirijo a la cocina para preparar café, sin decir más. Quiero que esto termine de una vez.
— ¿Cómo te sientes? —habla Alex entrando a un lugar.
—Como una m****a —digo sin darme vuelta. Lo oigo suspirar y que se acerca a mí.
—Ángel —Me gira—, no te torturas más —murmura, acariciando mi mejilla.
—Lucas ya no está, eso es suficiente para torturarme toda mi vida.
—Yo no voy a permitir que lo hagas; Sé que no voy a poder sacarte ese dolor de aquí —Coloca su mano donde se encuentra mi corazón—, pero sé que puedo resarcir tu culpa y hacer que tu dolor sea más liviano. Voy a hacerte feliz, me voy a ocupar de ti; Eres todo para mí, y no puedo verte así. No voy a dejar que te rompas —Besa mi frente—. Eres una mujer fuerte, sé que vas a salir adelante y te amo por eso; amo tu fortaleza, amo tus arrebatos, amo cuando te sonrojas, aunque son muy pocas las veces; Amo cuando me evades, cuando me peleas, amo cuando te pones roja de rabia, amo que no te guardas nada y dices lo que piensas, amo tu valentía, amo cuando te ríes. Amo todo de ti, y no te voy a dejar sola, nunca vas a poder librarte de mí —concluye ladeando la cabeza y sonriéndome.
Me pierdo en sus palabras, en sus ojos, me pierdo en él. Extiendo mis brazos alrededor de su cuello y lo beso, apretándolo fuerte hacía mí, como si él en este momento fuese mi sostén. En este momento él es mi sostén.
—Te amo —susurro contra sus labios.
—Lo sé —dice con su típica arrogancia, y no puedo evitar sonreír.
—Gracias.
—Me encanta cuando ríes, y voy a hacer que te rías todos los días —promete, y cierra su promesa con varios besos castos, pero dulces y significativos. Grabando su juramento en hierro.
Nos acercamos a la sala junto a los demás, con cafés para todos; ya nadie habla, todos están concentrados en sus pensamientos, solo se escucha el sollozo ligero de Sole ya Erik que la consuela. Tengo mucha bronca, mucha ira y ganas de matar a alguien.
—¿Qué pasó con Dany? —pregunto, a nadie en especial, y al estar todo en silencio mi voz suena fuerte y fría.
—Se escapó —responde Ian, y puedo sentir la ira en su voz—. Gaby logró darle en el hombro, pero escapó de todas maneras.
—Bien —digo, mirando mi taza de café.
—Lina —advierte Alex.
—Solo quería saber, no voy a hacer nada estúpido; no de nuevo.
—Deja de culparte —oigo decir a Ian.
—Seamos realistas, Ian; Fue mi culpa. Si no hubiera ido, Lucas estaría vivo.
—No lo fue, ángel —habla Alex con suavidad, con su mano en mi hombro.
—Fui una estúpida —Niego.
—¡Mierda! —grita Ian—. No fue tu culpa, maldita sea...
—Ian —entrevista a Alex.
—No, Álex; Quiero que deje de culparse. Cualquier madre en su lugar hubiera hecho lo mismo que ella, hubiera corrido a donde fuere que estuviese su hija. Si vamos a culpar a alguien... —Su voz se apaga—, si vamos a culpar a alguien, ese sería yo; en definitiva, yo los llevé allí, yo le puse la pulsera con el localizador a Lina...
—Ian—gruño.
—Es verdad, Lina; Podría haber sido más precavido, podría haberte hecho hablar, en vez de dejar que vayas y hacer que todos te sigamos. Yo sabía lo que pasaba desde el momento en que estrechaste la mano de Christopher y... y me callé —Se para como un rayo y estrella su puño contra la pared, haciendo que todo el lugar retumbe y que Sole dé un respingo.
—¡Basta! —grazna Gaby, levantándose de un salto—. Solo... termínenla; Lucas se fue, ¿vale? Y por más que se culpen a sí mismos, él no va a volver; nada lo haré volver.
Venta del apartamento, dejándonos a todos estupefactos.
—Yo voy —anuncio, levantándome; Alex toma mi mano y se levanta a mi lado.
—Te estará esperando —dice y me besa la frente.
Salgo del apartamento esperando encontrarlo en el pasillo; pero no está, así que voy al ascensor. Una vez dentro miro mi cara en los espejos y no me reconozco, mis ojos están hundidos y tengo oscuras ojeras debajo de ellos; Los Cierro, no queriendo ver más de ese rostro irreconocible.