Los dos días pasaron y ya puedo empezar con la siguiente fase del plan; estoy muy nerviosa, y reconozco que también tengo un poco de miedo. Ojalá no se me vaya la mano con esto.
Llegamos a Sudáfrica en uno de los aviones privados de Alex, facilitándonos la escala y la pérdida de tiempo. Poco después ya estábamos en el hotel. Mis ojos no dan crédito a lo que ven, este lugar es una fantasía, se puede ver la playa, el agua cristalina; este sitio es muy hermoso, sillones de un cuerpo de cuero negro, piso parqué negro, muebles de vidrio en color blanco, y en la habitación una enorme cama con sábanas blancas y edredón negro, persianas automáticas, y también con vista al mar. Esto es mejor de lo que esperaba.
—Es hermoso, ¿verdad? —susurra en mi oído, pasando sus brazos por mi cintura y envolviendo mi estómago, pegando mi espalda a su pecho.
—Sí, lo es.
—Creo que este viaje lo necesitábamos los dos —expresa, besando mi cuello.
—Es tan tranquilo —Suspiro—. No sé si esto fue buena idea —enfati