Al día siguiente me —despierto, de a poco abro los ojos y veo cómo estamos durmiendo, los dos abrazados y las piernas entrelazadas; observo su rostro tranquilo, es difícil de creer que ese rostro angelical esconda planes como lo que le hizo a Ian. Sonrío al recordar las cosas que hace como juego. Es una mujer única; mi madre tiene razón, con ella nunca me voy a aburrir.
—Deja de hacer eso —habla, somnolienta.
—Imposible —le digo, besándola.
—Me vas a echar el mal de ojo.
Me carcajeo, ¿qué m****a es eso del mal de ojo?
—¿Qué es eso? —pregunto riendo.
—Es cuando te miran mucho, y después te duele la cabeza —Me rio más fuerte—. Solo deja de hacerlo —concluye.
—Voy a intentarlo —murmuro lanzándome sobre ella, y ataco su cuello—. Es hermoso verte dormir.
—Soy hermosa en todos los sentidos, Alex —exclama.
—Después el arrogante soy yo.
Muerdo su cuello, robándole un gemido.
—Debe ser contagioso —dice, arrugando la nariz.
—¿Y si dejas de hablar y me das mi mañanero?
—He creado un monstruo —expresa riendo.
Tomo su boca, la beso como sé que a ella le gusta, con fuerza y pasión, luego muerdo su labio inferior; ella abre las piernas y las enreda a mí alrededor. Bajo a su cuello, y desde ahí voy besando y succionando su piel hasta llegar a su pecho izquierdo; escucho como jadea mi nombre, y eso hace que por mi columna vertebral corra una electricidad que hace estremecer todo mi cuerpo. Con lentitud, la penetro mirándola a los ojos y ambos gemimos. La beso, meto mi lengua en su boca y comienzo a hurgar cada rincón de ella. Ella busca mi lengua con la suya y empieza nuestra guerra en su boca, mientras mis estocadas siguen con fuerza y profundidad. Así obtengo mi mañanero.
Recién llego a la oficina, ya por suerte falta muy poco para que terminen con las refacciones del edificio. Estoy sentado en mi escritorio leyendo ese maldito libro del cual habló Lina. Tengo que encontrar la forma de proponerle matrimonio siendo original, y para peor, competir con lo que ella hizo; se aseguró de que yo diga que sí y terminó metiéndome en medio de tiburones. Mujer loca.
—¿Se puede? —pregunta Erik metiendo la cabeza en mi oficina.
—Sí, pasa.
—¿Por qué el ceño fruncido? —indaga.
—Por nada, ¿qué necesitabas? —Esquivo su pregunta, no voy a confesarle que me estoy volviendo loco con un puto libro.
—Nada, solo estaba aburrido —habla posicionándose a un lado de mí—. ¿Qué es eso? —cuestiona viendo la computadora.
—Nada —Saco el libro de la pantalla lo más rápido que puedo.
—No me vengas con eso —manifiesta, y abre la ventana en donde se encuentra el libro.
—Erik.
—Dulces mentiras, amargas verdades —lee el título—. ¿Qué m****a es eso?
Suspiro y me dispongo a hablar, sé que hasta que no le diga no se va a ir.
—Es el libro que comentó Lina, cuando le pedí que se case conmigo —murmuro, no quiero confesarle todo.
—¿Y por qué lo estás leyendo? —interroga confundido.
—Mierda, Erik, no lo vas a dejar ahí, ¿verdad?
—Ni de m****a... Quiero saber por qué lees un libro para chicas.
—Lina nombró al protagonista de este libro, y quiero saber cómo m****a ese tal Samuel le pidió casamiento o no sé qué a la protagonista; pero son cuatro libros, y recién voy por el segundo —confieso. Ya sé que dije que no lo iba a hacer, pero no tengo escapatoria.
—Interesante —murmura sonriendo—. Por lo que veo, todavía no encontraste cómo lo hizo —observa.
—No.
—¿Y no sería más fácil que lo googlees? —Lo miro confundido—. Digo, googlear solo esa parte, la que el tipo este hace eso del paracaídas. —Me mira y sonríe—. Sole me contó más o menos lo que hizo, y debo decir que es muy interesante —concluye.
—Bien, googleemos.
En un foro encuentro cómo es que el tipo este le pide a la chica que se vaya a vivir con él; no es que le pide matrimonio, solo le pide que vivan juntos, y semejante locura hace. Suspiro al terminar de leer.
—Estás en el horno —Palmea mi espalda con gracia.
—Sí, eso pensé —murmuro.
—¿Qué piensas hacer?
—No tengo ni puta idea.
¿Cómo m****a voy a pedirle casamiento, sin copiar a este tipo y ser más original?, y para peor, competir con lo que ella hizo.
—Alex, tienes que pensar en algo bueno, muy bueno; pero algo que sea original y loco para ella. No tienes que competir contra este tipo, que vale destacar es una fantasía, o competir con lo que ella hizo.
Mi amigo ahora es telépata.
—Lo sé. Tengo que hacer algo que sea muy mío, y que esté a su altura —En ese momento se me prendió la lamparita—. Ya sé lo que tengo que hacer —exclamo, saltando de la silla.
—¿Qué se te ocurrió? —curiosea.
—Necesito tu ayuda —Me mira confundido, pero asiente, y sé que me va a ayudar. Después de explicarle lo que se me vino a la mente, me queda mirando con curiosidad.
—No pueden hacer las cosas como las personas normales —expresa, largando el aire.
—No seríamos nosotros, y en definitivo, no sería Lina —le hago saber, sonriendo al recordar las locuras que hace, y las que provoca que yo haga.
—Están dementes, los dos —Niega con la cabeza— ¿Dónde quedó el romanticismo, cenas con velas, las rosas...?
—A ella le gustan las orquídeas.
—Bien, las orquídeas, las noches frente a la chimenea —Sigue negando—. Están locos; son tan complicados... todo es tan complicado, si se puede tener una boda tranquila, con la familia más cercana, con los amigos —Ok, por lo que veo ya no está hablando de mi relación con Lina—. Pero no, tiene que tener familia por toda la Argentina, y como si fuera poco, afuera de Argentina también; son todo un ejército, y para sumar a mi desgracia, o en este caso a su familia, tienen hijos de hijos, y esos hijos más hijos... creo que hasta los que llegaron como inmigrantes hace cien años van a venir a nuestra boda. ¿Cómo se supone que voy a poder organizar, yo —Se auto-señala—, yo, que soy hombre, cómo se supone que organice una boda así? Que lo haga ella; pero no, ella necesita mi ayuda, es algo de a dos, supuestamente. Van tres semana que me está volviendo loco, cada vez que llama para mandar una invitación a algún familiar, se encuentra que desde los cimientos resurge otro más; estas mujeres no son normales, Lina con esa fijación extrema, Sole con todo un batallón de familia, ¿acaso ninguna mujer argentina es normal? Con toda la familia que tiene, podríamos mandar gente a Irak y usur...
—Ya basta. ¿Qué es toda esa m****a que escupiste?
—Nunca te cases —suelta agobiado.
—Te acabo de contar cómo le voy a pedir a Lina que se case conmigo, ¿y tú me lanzas eso? —Estoy muy desconcertado—. Y sin contar con que ya se lo pedí, y que ella también me lo pidió —Dejo escapar el aire—. A ver, ¿todo esto es porque Sole es de una familia numerosa?
—Sí... No... Es por todo lo que implica una boda; ella está enloquecida con los preparativos, solo se ocupa de eso, de mí ni se acuerda, me pasa por alto, y eso que soy yo con el que se va a casar —Mira el suelo—. Seguro que después de invitar a todos se olvida de invitarme a mí a mi propia boda.
Me carcajeo, mi amigo no pudo haber dicho eso.
—Lo siento —Me disculpo al ver que me mira con ganas de asesinarme—. Es ridículo, Erik; tiene una gran familia, ¿cuál es el problema?, déjala que organice todo, que se vuelva loca, tú te mantienes al margen, con el típico "sí, mi amor".
—Eso te lo enseñó Lina, ¿verdad?
—Ponele —Lo miro y sigo—. Como te iba diciendo, te mantienes al margen, y cuando sea la oportunidad te dejas ver —Él sigue desorientado, así que prosigo—. Hey, la boda es un solo día; déjala que la disfrute a su manera. Ya cuando ese día pase, va a volver a ser Sole, esa mujer enamoradiza y romántica que te gusta.
—¿Tú dices? —Se queda quieto y empieza a reír—. Vaya, hasta hablo como ellas ya... "tú dices", Dios, creo que necesito unos días en mi país, para no olvidarme de nuestras costumbres —exclama riendo, ambos lo hacemos.
—¿Pensaste a dónde llevarla de luna de miel?
—Sí —asiente—. Pero no te voy a decir.
—¿Por qué no?
—Porque no —sentencia, y ahí quedó nuestra conversación.
Como si yo fuera a decir algo; soy su mejor amigo, y se va a ir sin decirme nada.