Al día siguiente me —despierto, de a poco abro los ojos y veo cómo estamos durmiendo, los dos abrazados y las piernas entrelazadas; observo su rostro tranquilo, es difícil de creer que ese rostro angelical esconda planes como lo que le hizo a Ian. Sonrío al recordar las cosas que hace como juego. Es una mujer única; mi madre tiene razón, con ella nunca me voy a aburrir.
—Deja de hacer eso —habla, somnolienta.
—Imposible —le digo, besándola.
—Me vas a echar el mal de ojo.
Me carcajeo, ¿qué mierda es eso del mal de ojo?
—¿Qué es eso? —pregunto riendo.
—Es cuando te miran mucho, y después te duele la cabeza —Me rio más fuerte—. Solo deja de hacerlo —concluye.
—Voy a intentarlo —murmuro lanzándome sobre ella, y ataco su cuello—. Es hermoso verte dormir.
—Soy hermosa en todos los sentidos, Alex —exclama.
—Después el arrogante soy yo.
Muerdo su cuello, robándole un gemido.
—Debe ser contagioso —dice, arrugando la nariz.
—¿Y si dejas de hablar y me das mi mañanero?
—He creado un monstruo —e