Capítulo 131-Alex

A los días tengo todo organizado, sé cuál es su punto débil, y para su desgracia, es mi mejor virtud; ahora falta convencerla, y estoy seguro que si le toco el ego, la tengo donde quiero.

Me estoy dirigiendo a su trabajo, la tengo que enganchar con la guardia baja, y además hacer que se vaya temprano a casa, para salir mañana mismo.

—Hola, Sofi, ¿y Lina? —hablo, apenas llego al mostrador, donde Sofi se encuentra sumida en un libro.

—Está en su oficina, está buscando personal.

—¿Personal? —pregunto desconcertado.

—Sí, es que me voy por unas semanas, y está buscando alguien que me reemplace durante ese tiempo —me aclara.

—¿No vas a estar en la boda de Erik y Sole? —pregunto.

—Sí; bueno, espero llegar antes de la boda. Pero seguro que sí, no me la quiero perder —entona emocionada.

—Esperemos que sí —Asiento y miro hacia la oficina de Lina—. Voy a hablar con ella.

Al llegar a su puerta golpeo tres veces y escucho que grita que pase. Entro, mostrando mi gran sonrisa, y sonríe al verme.

—Alex.

—Hola.

—¿Pasa algo malo? —curiosea al ver que no digo nada, solo llegué a sentarme en unas de las sillas frente de su escritorio. Yo niego—. ¿Entonces? —Eleva una ceja, interrogativa.

—Tengo una propuesta —lanzo. Entrecierra sus ojos para ver si puede leerme, pero está claro que no puede.

—Definición.

—Quiero que me acompañes a un viaje —Abre y cierra la boca sin decir nada—. Quiero conocer Santa Cruz —Arruga el ceño, es tan hermosa cuando deja que su rostro se exprese. Se toma unos segundos.

—Hace frío allí—dice al fin.

—Vivía en Estados Unidos, y vengo de Alemania, estoy acostumbrado al frío —hablo con voz calmada, sé que lo está estudiando, que está buscando la trampa, pero no la va a encontrar; al menos, no hasta que lleguemos allí.

—Hace poco volvimos de un viaje, y además tengo que terminar de buscar personal —«Excusas».

—Vamos a llegar a tiempo, es solo el fin de semana —Me mira curiosa—. Te prometo que cuando volvamos te ayudo con tu búsqueda de personal... —Empieza a negar.

—No, tengo que hacerlo antes de que se vaya Sofi —asevera.

—Bueno, puedo ayudarte en que después de que volvamos tengas más tiempo para ocuparte —Tengo que convencerla, sea como sea, y tratar con ella es como hacer un trato con el Diablo, al que terminas vendiendo tu alma.

—Bueno —arrastra la palabra—. Así que... Santa Cruz. ¿Por qué ahí? 

—Ya te dije, porque no conozco —Asiente; ya está lista para hacer ese viaje conmigo.

Es viernes por la mañana y estamos yendo al helipuerto, con rumbo a Santa Cruz; hoy la voy a dejar que se acomode, ya que anda con la guardia en alto «y lo bien que hace»; pero la necesito tranquila, con la guardia baja. Al llegar a destino, nos adentramos a la cabaña que alquilé; este lugar es hermoso y aquí vamos a tener una preciosa privacidad. La cabaña se encuentra cerca de un lago y a nuestro alrededor no hay nada, es todo bosque y nieve; creo que esto va a salir bien. Muy bien.

—Es hermosa —murmura, entrando a la cocina de la cabaña.

—Sí, lo es —concuerdo y me acerco a ella, la abrazo por detrás y nos quedamos mirando hacia afuera por un enorme ventanal con vista al lago, el cual debe estar congelado.

La giro y me pierdo en sus ojos, me deleito unos minutos con ellos, hasta que decido hablar.

—Tus ojos se hacen más claros en este lugar, son casi transparentes.

Estoy embelesado con ellos. Sonríe, para luego besarme.

—Señor Betanckurt, sé que algo trama.

Voy a tener que trabajar para bajarle la guardia.

—No tramo nada; quería tenerte así, solo para mí, en un lugar lo más apartado de todo y de todos —Por cómo me mira sin creerme, voy a tener que usar el arma que nunca falla con ella: su cuerpo.

Me hago de su boca, le saco la chaqueta sin dejar de besarla, le quito el suéter seguido de su camiseta, beso sus pechos, tomo un pezón con mi boca haciéndola gemir, lo raspo con mis dientes para luego soplarlo con suavidad. Lina me desnuda la mitad de arriba; la alzo y la llevo a la habitación, y una vez allí, la poso sobre la cama con cuidado y termino de sacarle la ropa que le quedaba. Luego me levanto y me dispongo a desnudarme bajo la mirada expectante de ella, pero sin quitarme el bóxer; ella no puede ver todavía esa parte. Una vez arriba de su cuerpo, libero mi erección, y por hoy, el único que va a llevar el mando en el sexo voy a ser yo; hoy va a ir solo a mi ritmo. Esta vez va a ser diferente, yo me voy a hacer cargo.

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