Gaby aplaude y se levanta del sofá, se acerca hasta el reproductor de música y pone algo que no tengo ni idea qué es, pero que definitivamente no es de mi agrado; Lina empieza a reír, ella sabe lo que viene después.
—¿Qué m****a es eso? —vocifera Ian al escuchar la música.
—Reggaetón —entona Gaby, quitándose la chaqueta de cuero y quedándose solo con su camiseta negra; se sube arriba de la mesita de café y empieza a mover las caderas.
No puedo creer que esté haciendo eso, Lina y Sole no paran de reír y alentarlo, Tony está carcajeándose, y la pobre Sofi tiene la boca abierta, su mandíbula está por el suelo, sus ojos muy abiertos, y creo que no respira. Erik e Ian lo miran con asombro, solo por unos minutos, hasta que empiezan a reír cuando él se quita la camiseta y empieza a cantar conforme sigue moviendo las caderas, ahora subiendo a su lado a la mujer llamada Elena.
—Si me pides wiki wiki wiki... —canta, haciendo gesto con la mano y las caderas. No puedo más de reír—. Si me pides Sipi Sipi Sipi... Yo te lo doy —La chica le sigue el baile sin problema; él está poseído.
Le pone las manos prácticamente en su trasero, haciendo que se roce contra él. Mis ojos no dan crédito, sabía que Gaby estaba medio pirado, pero esto rebasó mis expectativas; y yo que pensaba que solo escuchaba rock.
—¡Esto es para el boricua! —grita.
Empieza a cantar la próxima canción. Ya no puedo con esto, Lina se va a desmayar en cualquier momento si sigue riendo así. Ian ya va por la segunda cerveza, cortesía de Lina. ¿Lo querrá emborrachar? Estamos todos muy tentados.
—La mano arriba —Sube sus manos—, cintura sola, da media vuelta, danza kuduru —Gaby hace la coreografía, mientras canta.
Esto se está yendo a la m****a y Lina no me dice nada, la miro para que me explique, y solo se ríe. En ese momento la compañera de Ian, Irene, se levanta y empieza también a hacer la coreografía delante de él. Por Dios, lo de los tiburones no es nada comparado con esto; mi primo está por derrapar, al tener a tooodaaa esa mujer tan cerca y moviendo las caderas así. Lina a mi lado le comienza a gritar, alentándola.
—¡Vamos Irene, demuéstrale lo que tienes para él!
Al escucharla, giro con brusquedad hacia ella; me besa y se va a la cocina.
Observo a Sofi, que le hace una seña a la chica que está bailando con Gaby; en su rostro, por primera vez desde que la conozco, veo maldad. Miro al pelinegro, que está bajando conforme mueve las caderas; la chica que está con él se corre y este cae de culo hacia atrás, terminando medio cuerpo en el suelo y las piernas arriba de la mesita. La carcajada que lanzó Sofi fue para recopilar. No la tenía así, pero debo recordar que es amiga de Lina, y que todas estas mujeres tienen un grado de maldad.
Lina entra justo para ver a Gaby intentando levantarse, ya que nadie lo ayuda porque se están descostillando de risa.
—¿Un nuevo paso, Gaby? —se burla.
—Sí, se llama el gusanito —farfulla.
Ella se acerca a Ian y le tiende otra botella de cerveza; no aguanto más eso de tanta amabilidad, así que me acerco y me siento a su lado. Observo a Ian que se refriega los ojos, y ella lo mira con detenimiento.
—¿Pasa algo? —pregunta con sorna. Ay, no, ahí vamos; algo hizo. Él la mira unos segundos, como si tratara de enfocarla—. Por casualidad, ¿sabes lo que es la belladona, o para qué se usa? —Ian niega en silencio—. Se usa para dilatar las pupilas; generalmente, lo usan los médicos para las cirugías oculares. Ahora, con alcohol —señala la botella que sostiene Ian en la mano—, es más fuerte que el viagra —susurra cerca de su oído, por lo que yo tengo que estirarme para escucharla; señala a la mujer que hace un rato le bailaba—. No te preocupes, seguro no te vas a acordar de nada; pero ella sí —dicho esto, se levanta con una risa malvada y se va junto a Sole. Cruzamos las miradas con Ian y veo el terror en sus ojos.
—Ella no lo hizo —murmura.
—¿Cómo te sientes? —le pregunto, esperando que me diga que no tiene ganas de coger.
—No lo... —No termina de hablar; cae contra el respaldo del sofá, desmayado. Me asusto y salto sobre él.
—¡Lina! —grito. Ella me mira y sonríe.
—Cálmate, es solo benzodiacepina; es mentira lo que dije. Si supiera lo que es la belladona, no se hubiera preocupado —dice con calma.
—Somnífero —murmuro.
Ella asiente y señala a Gaby, quien se acerca a nosotros.
—Ya palmó —habla divertido este.
—Alex, no te preocupes, mañana se va a despertar en una de las habitaciones; solo está desmayado. Además, la cerveza que le di no tenía alcohol, cambié el contenido —me explica.
—Lina, das miedo —No puedo creer la mente de esta mujer.
—No pasa nada, Alex; ayúdame a llevarlo a la habitación, hoy va a dormir aquí... y acompañado —comenta Gaby.
—¿Acompañado? —escucho preguntar a Sofi, que se acerca a ver qué pasó con Ian.
—Sí —responde Gaby mirando a Irene—. Acompañado —repite.
—No te preocupes Sofi, no va a hacerle nada —la conforta Lina.
—¿Cómo estás tan segura? —pregunta Sofi.
¿Por qué está tan preocupada por Ian?
—Porque a esa chica le parecés más sexy tú, que él —murmura—. No sé si me entiendes... —Mueve los ojos con sugerencia.
Sofi está en risas y yo junto a ella; pensé que se lo entregaba a esa chica en bandeja.
Ayudo a Gaby a llevar a Ian a unas de las habitaciones. Después de dejarlo durmiendo volvemos abajo con los demás, Gaby no paró de contarme durante el trayecto sobre maquiavélico plan de Lina, y de dónde sacaron a las chicas, las cuales son unas acompañantes buscadas por este; no podría ser de otra manera.
Al otro día nos encontramos todos, menos Tony y Sofi, en la cocina desayunando, cuando entra un Ian asustado.
—¿Jornada larga? —pregunta Lina con supremacía, y se lleva la taza de café a la boca.
—Es ardiente, ¿no, querubín? —habla Gaby.
Sole y Erik están frunciendo la boca para no reír, y yo la verdad no puedo; tuve que reír.
—Me drogaste —le acusa.
—Oh, vamos, solo te di un incentivo —entona sonriendo.
—¿Pero quién te dijo que yo necesitaba un incentivo? ¿Sabes el cagazo que me pegué cuando la vi a mi lado? Estaba con su brazo sobre mi estómago y yo... yo desnudo —habla casi sin respirar. Todos estallamos en risa.
—¿Ahora dónde está? ¿Sigue en la cama, esperando la segunda ronda? —bromea Gaby.
—Tienes una marca —le hace saber Erik, riendo—. Ahí —Le señala la clavícula cuando Ian comienza a buscar la marca.
En eso, entra la chica en cuestión.
—Buen día —saluda Irene con voz ronca por el sueño, y le palmea el culo a Ian cuando pasa por su lado.
Gaby está retorciéndose de la risa, no puede articular palabra.
—Buen día —saludan las chicas.
—¿Café? —le ofrece Lina.
—No, gracias. Tengo que irme —anuncia la chica; agarra una magdalena con dulce de leche y se estampa un enorme bocado de esta.
—Te acompaño —habla mi chica, sonriendo.
—Nos vemos, bombón —le murmura la joven a Ian y le da un beso en la comisura de su boca, dejándole restos de la magdalena.
Ian está petrificado, y los demás no paramos de reír; él se limpia con urgencia, con la camisa que lleva puesta.
Anoche la chica nos contó, que sí, efectivamente le gustan las mujeres, y hasta tiene pareja. Nos dijo lo que pensaba hacerle a Ian; eso del manotazo en el culo y el beso, lo comentó para ver si lo aprobábamos o no. La verdad, la mujer es muy divertida, nos comentó de dónde es, qué es lo que hace para ganarse la vida, y cómo terminó metiéndose en este plan maléfico con Gaby y Lina.
—Bueno, y... ¿Cómo la pásate anoche? —oigo a Erik preguntarle a Ian, riendo.
—Imbécil —vocifera.
—¿Café, bombón? —bromea Lina, entrando a la cocina.
—Me las van a pagar —promete, enojado, antes de sentarse.