Aprovecho que esta tumbado en el piso, agarrándose de su hombría adolorida, y apresuro el paso hacia la cama donde se encuentra mi hija. Cuando estoy a un paso de llegar, me toma de la cintura tirándome hacia atrás, clavando sus dedos con demasiada fuerza, pero ignoro por completo el dolor, me doy vuelta con rapidez y quedo frente a él.
—No vas a ningún lado —farfulla. Le regalo un puñetazo en la quijada. Contraataca dándome otro con la mano invertida, haciendo que por la fuerza caiga de bruces al suelo. Aprovecha el verme desvalida y me acecha, lo barro con mi pie haciendo caer, dando la cabeza en el borde de una silla de madera que se encontraba a un costado de la cama. Me levanto rápido y con agilidad, y me pongo en posición para pelear; sé que para salir de aquí voy a tener que acabar con él, y mi arma terminó debajo de la cama—. Si no vienes conmigo por voluntad propia, vas a venir conmigo a la fuerza —amenaza, levantándose.
No le doy tiempo a estabilizarse en su totalidad, soy consciente de que es más grande que yo, y más fuerte; En esta pelea no hay reglas, ni honor. Pateo una de sus rodillas, haciendo que vuelva a caer; se apoya con una mano en el piso para no caer por completo, vuelvo a lanzarle una patada, pero la intercepta, lanzándome contra la pared más cerca de la puerta de la habitación, logrando que mi espalda se estrelle contra esta; me levanto con velocidad sin darle importancia al dolor. Salgo de ese cuarto, tratando de alejarlo de ahí para ver si puedo encontrar la forma de distraerlo y llegar a mi hija.
Una vez afuera, llega por detrás, me toma del pelo y me arrastra hacia una pared.
—No puedes escapar de mí... Lina, vamos a estar los tres juntos, como una familia; es lo mejor para todos —demanda, agitado por la pelea, pero extrañamente calmado y confiado que era lo correcto.
—No, estás loco. Voy a matarte —prometo, dándole un rodillazo en sus genitales.
En cuanto se agacha, salgo de su agarre, paso de él dándole un codazo en la espalda. Maldice y grita; Fue un grito de furia, ya se le había pasado la extraña calma. Ahora iba a venir en serio por mí. Me corre y lanzo una patada, dándole vuelta la cara; a él se le pusieron los ojos rojos de furia, estaba totalmente irreconocible; quise acercarme de nuevo y esta vez lo dejé que lo hiciera, para así alcanzar mi propósito; le doy un puñetazo en la barbilla, seguido de un codazo, que lo deja deshabilitado.
—Eres buena peleando —reconoce, tocándose la barbilla—; pero no te va a servir de nada —manifiesta, sacando un arma y apuntándome. M****a... Yo no tengo la mía—. Empieza a caminar hacia mí —ordena, agitando su arma. Me quedo quieta en mi lugar, solo mirándolo y con la barbilla arriba, para no demostrarle miedo—. Vamos, Lilith, no quiero estropear tu hermoso cuerpo.
—Puedes irte bien al infierno —escupo con desprecio.
—Ya estuve ahí siete años; y créeme, no pienso volver.
—Vas a volver.
Suelta una carcajada, negando con la cabeza y con la mano que sostenía el arma.
—No, mi amor, eso nunca a va a pasar; Ahora, vamos atrás, que tengo una lancha para salir de acá.
—No voy a ningún lado.
—Sí, lo vas a hacer —dice, apuntándome para disparar.
Veo como en cámara lenta mueve el dedo para posarlo en el gatillo, y sé que hasta aquí he llegado. Respiro profundo y rezo para que mi hija no termine en sus manos. Cierro mis ojos conforme escucho como se corta el aire con un disparo.