Capítulo 7

Estoy arreglándome en el baño, viendo con aprobación mi ropa; sí, un vestido negro de tirantes muy ajustado, que me llega a los muslos, y mis magnificas botas rojas que sobrepasan mis rodillas y que hacen juego con mi abrigo rojo. Sí, definitivamente, está aprobado; al menos ante mis ojos.

—¡Lina, te puedes apurar, siempre eres la última! —me grita Sole desde el otro lado de la habitación.

—Ya estoy, deja de apurarme —entono, acercándome a ella.

Llevaba un vestido verde-mar mostrando un hombro; muy ajustado también, y corto. A ella le quedan muy bien los colores verdes y azules, ya que es pelirroja; también lleva unos zapatos de tacón aguja de color plata y un abrigo verde agua.

—Hoy nos traemos un par de alemanes —enuncia, sonriendo.

—Mejor busco un turista como nosotras —replico, ante la mirada descarada de ella.

—¿Y eso por qué? —pregunta, aunque ya sabe el porqué.

—Porque son todos rubios —le respondo, empujándola a la puerta.

—Como digas. Vámonos.

Llegamos al bar del hotel y las mujeres colombianas ya estaban ahí, nos esperaban junto a la barra, ya habían empezado a beber y ni habían salido del hotel; Creo que va a ser una noche larga «y no es que me esté quejando, al contrario», espero que sea una noche bastante larga y bien descontrolada.

—Hola chicas. ¿Están preparados para bailar? —nos pregunta Tania.

¡¡Por todos los hijos de los dioses griegos!! Esta mujer lleva un vestido blanco casi transparente y la otra, Lisa, lleva un palabra de honor rosa y una minifalda del mismo color. Estas mujeres no temen mostrar.

Al ver cómo están vestidas, miro de reojo a Sole y ella hace lo mismo. Sí, los dos pensamos lo mismo, somos unas condenadas mojigatas al lado de estas mujeres.

—Obvio que sí, siempre estamos listas para bailar —objeta Sole.

—Somos chicas scouts, siempre listas. —Hago las señas de los scouts y ellas ríen.

—Qué bien nos vamos a llevar —declara Tania.

—Es verdad —asiente Lisa—. Vámonos.

Las colombianas ya tenían un auto afuera del hotel esperándonos. Al llegar a la discoteca, diviso que tiene un estilo muy playero, a pesar del frío que hace en este país, pero lo bueno es que aquí la temperatura es bastante alta; Hay mucha gente que desprende calor. Buscamos una mesa, pasando por entre la multitud. Unos enormes sillones de cuero color marrón con una mesa en medio, era lo único que podía visualizar por el tumulto de personas en la pista y en ese lugar fue en donde nos sentamos y pedimos nuestros tragos. La pista de baile estaba cubierta de gente bailando música cubana; algunos bailan muy apretados, podría decirse, por no decir que rozan «frotan, mejor dicho» sus cuerpos entre sí. Por lo que puedo destacar, hay personas de diferentes países, incluyendo alemanes; No hay cubanos solos.

—Este lugar es el mejor que he conocido hasta ahora —nos hace saber Sole, tomándose su trago.

Es muy graciosa, ya que no quiere ir a caminar por ahí.

—Sí, la verdad que sí —concuerdo con ella.

—Hola —saluda un chico sexy; hoy pierdo a Sole. Si no me pierdo yo, claro está.

—Hola —contesta ella, sonriendo.

—Me llamo Juaco, él es Javier y este de ahí es Roberto. —Repasa a cada una de nosotras con la mirada y vuelve a hablar—. Es la primera vez que vienen aquí, ¿verdad? —pregunta, observándonos con curiosidad.

—Yo soy Sole, ella Lina, Lisa y Tania; y sí, es nuestra primera vez. Bueno, en realidad, de Lina y mía; ellas ya conocían el lugar —responde, señalando a las colombianas—. Son españoles, ¿cierto? —les pregunta, dándose cuenta de que su particular acento los delataba.

—Así es. ¿Ustedes? —habla el tal Javier.

—Nosotras somos argentinas y ellas colombianas —le contesto.

— ¿Qué están tomando? —indaga Juaco, mirando nuestras bebidas.

—Cualquier cosa que tenga alcohol—responde mi querida amiga pelirroja.

—Bien; entonces, mojitos para las chicas —anuncia, lo suficientemente alto para que todos escuchemos.

—Yo prefiero tequila —demando, levantando la mano como si estuviéramos en la escuela.

—Bien, un tequila para la chica de bonitos ojos —afirma Juaco, guiñándome un ojo.

¿Por qué cuando hay una parte de tu cuerpo que menos te gusta, es la que a todos los demás parece encantarles? Yo creo que las personas se dan cuenta que tal parte de tu cuerpo no te agrada y es esa la que tienen que recalcar, solo para joderte la vida. Pura maldad.

— ¡Vamos a bailar! —grita uno de los chicos, y salieron todos hacia la pista, menos yo.

Como el otro chico «creo que Juaco era su nombre» no venía con el tequila, me levanté para ir a buscarlo por mi propia cuenta. Miro la distancia que tengo hasta la barra y por donde tengo que pasar, y sin haberme movido un ápice ya me da vértigo. Mucha gente que esquivar.

Al pasar por el centro de la pista siento que me agarran de las caderas desde atrás y empiezan a moverme para bailar, pero como no quiero, trato de zafarme del agarre; fue en vano. Me da la vuelta, haciendo que quede de frente a él, un hombre ridículamente ancho; Agarrándome más fuerte empieza a hablarme, pero no entiendo lo que dice, ya que es alemán. Quiero soltarme de su agarre de nuevo, pero no me suelta; al contrario, me toma de la parte baja de mi espalda con más fuerza, queriendo rozar su cuerpo con el mío. Entonces, a mí se me sube la sangre a la cabeza; Cierro mi mano en un puño, lo estiro hacia atrás para tomar envión y le doy un derechazo en la nariz. Alabadas sean las clases de defensa personal, y mi leal entrenador.

M****a... M****a... Me hice m****a la mano; El desgraciado tiene la cara dura.

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