Capítulo 122-Lina

Hoy vuelvo a casa, por lo que, con cuidado comienzo a levantarme; puta madre, esto duele. Tomo mi ropa, las cosas de baño y camino hacia la ducha; una vez dentro, con movimientos lentos trato de limpiar mi cuerpo lo mejor posible. Al cabo de unos cuarenta minutos salgo ya vestida, me siento en la cama a esperar y a revivir mí tiempo secuestrada. Todavía no puedo creer que haya terminado, y no solo que haya acabado la situación que pasé en esa casa, sino que haya finalizado todo, definitivamente; ya no sabré nada de Dany. Eso me lleva a mi hija, que no sabe en realidad quién es su padre, ni que ahora su padre se encuentra muerto. ¿Qué responderé cuando, el día de mañana, ella pregunte por él?, ¿tendré el valor para decirle la verdad, o seré una estúpida mentirosa e inventaré una historia agradable para ella? Lo justo sería decirle la verdad; al menos, una parte de esa verdad. No podría decirle que su padre era un hijo de puta que terminó secuestrándola a ella, y luego a mí, y eso sin mencionar lo que me hizo, mientras me tenía retenida. Mejor no pienso en eso ahora, no tiene sentido; cuando llegue el momento, veremos cómo lo abordamos. Ahora solo hay que pensar en llegar a casa, estar con Aye, con Alex, desplomarme en mi cama y comer mucho helado...

—Ya te fuiste sin esperarme —Giro la cabeza y me encuentro a Alex, apoyado en el quicio de la puerta con los brazos cruzados.

—Jamás haría eso —le aseguro, sonriéndole.

—¿Lista para ir a casa? —pregunta acercándose a mí.

—Creo que hace unos días me hiciste la misma pregunta —entono, tomándolo de la mano.

—Es cierto —asiente y gira mi mano para besar la parte interna de mi muñeca—; pero esta vez, sí vamos a casa.

Comienzo a levantarme y siento el tirón que provocan las heridas en mi estómago, más preciso la herida de mi ombligo. Alex me eleva del suelo y chillo del susto.

—¡¿Qué haces?! —le grito.

—Te cargo.

—Bájame, puedo caminar —Me renuevo para bajar, pero solo hago que me duela el abdomen.

—No, y no pelees; ya te dejé el otro día y te vi caminar sola estando lastimada, y debo confesar que me costó muchísimo no levantarte y sacarte de ahí, por más que lucharas. Así que, quieta, y vas a estar bien.

—La mochila —farfullo, ya que se la olvidaba sobre la cama.

—Agárrate de mí cuello —ordena.

Se gira, saca la mano que me sostiene la espalda, toma la mochila, se la pone al hombro y vuelve a agarrarme.

—Qué eficiente —murmuro.

Su respuesta fue besar mi mejilla y sonreír.

Al llegar a casa, todos estaban esperándome para darme la bienvenida, con bebidas, comida, música, y hasta globos y carteles... Es oficial. ¡¡Mis amigos están locos!!

—¡Eres la primera jefa que tengo que está demente! —exclama Tony al acercarse a mí.

—Y aun así, soy la mejor —retruco.

Me abraza con fuerza, alzándome del suelo.

—Despacio, Tony, que está lastimada —le recuerda Alex.

El boricua, con rapidez me baja preocupado.

—Lo siento, lo siento —repite, besándome la mejilla.

—Estoy bien, no soy de porcelana, no me vas a romper —le sonrío y vuelvo a abrazarlo.

—De todas formas, me voy a aguantar las ganas para cuando estés mejor.

Me guiña un ojo y se hace a un lado, para dejar a Sofi que me salude.

—¿Cómo estás, Lina? —pregunta compungida.

—Muy bien... ¿Por qué esa cara? 

—Estaba preocupada, tus custodios fueron a mi casa a buscarte; bueno, fueron a las casas de todos. No dormí en toda la noche, la molesté a Sole hasta altas horas de la madrugada, para saber si estabas bien...  

—Doy fe de eso —interviene la pelirroja.

—Perdón.

Ella estaba con los ojos cristalinos por las lágrimas anidadas, y no la dejo disculparse por preocuparse por mí, acorto más nuestra distancia y la abrazo; me siento muy querida, muy feliz de tenerlos a todos ellos aquí hoy, y saber que les importo, es algo que, de verdad, me hace sentir muy plena; todos a los que quiero y necesito, están a mi lado, y es algo que nunca voy a olvidar.

—No llores, que no les va a ser fácil librarse mí —entono, separándome de ella para mirarla a los ojos.

—Tenía mis sospechas —esboza sonriendo.

—Vamos —la insto a adentrarnos más a la sala, donde están los demás—. Necesito de esas margaritas que prepara Tony.

Me giro y busco con la vista a Alex, que estaba mirando la escena con compasión; me guiña un ojo y comienza a caminar detrás nuestro. Llegamos a donde están los demás y me tiro encima de Sole, que chilla por mi brusquedad.

—Una trata de ser suave por tu estado, y tú te tirás en bomba encima de uno —se queja, y sonrío; lo único que obtiene de mi es que le muerda y bese la mejilla —. Ya, ya... Lina, no me babees —No debió decir eso. Saco mi lengua y se la paso por la mejilla —. Hiug... No seas asquerosa —Me carcajeo por como arruga la nariz, de asco.

—Lina, por favor, que mi cabeza se dispara enseguida —canturrea Gaby.

—Siempre se te dispara enseguida —me mofo, porque es la verdad; es peor que un adolescente saliendo de la pubertad con las hormonas alborotadas.

Salgo de las piernas de Sole y me acomodo a su lado, observo a cada uno de los presentes como conversan, ríen, bromean; a la primera persona que visualizo es a Tony, que está babeándose por Ian, que está alternando su mirada de Tony a la de Sofi; ella lo mira con vergüenza y agacha la vista de vez en cuando, hay tensión entre ellos, lo extraño es que todavía no haya pasado nada; Ian no es mala persona, pero sé muy bien cómo es con las mujeres, y estoy segura de que Sofi no es como aquellas con las que él está acostumbrado a estar y la va a terminar lastimando, aunque no sea su intención; ella se va a enamorar y él no. Luego veo a Sole, acaramelada con Erik, es impresionante el amor que destilan; dentro de poco van a casarse, sé que él va a darle todo lo que necesita, y más también, ya lo está haciendo. Después visualizo a mi hija en brazos de Gaby, peleando con él por un pote de helado, es una de las personas más importantes para Aye; ella es muy feliz cuando está con su tío, y Gaby, después de lo que pasó con Lucas, la necesita más que nunca para sentir que tiene a quien proteger. Siempre dijo que Lucas era quien nos protegía, y Lucas decía que era él quien nos protegía. Sigo viéndola cómo sonríe, cómo Gaby la hace sonreír, y el único que falta en el retrato familiar... Es Lucas, solo falta él; podría verlo junto a ellos, pelando también por el pote de helado, para luego dejarla ganar a Aye.

—Pagaría todo lo que tengo por saber lo que piensas —dice Alex sentándose a mi lado, sacándome de mis pensamientos.

—No hace falta —le digo apoyando la cabeza en su hombro.

—¿Entonces? —pregunta.

—Estaba viéndolos a todos ellos. Viendo a mi hija junto a Gaby; pensando en Lucas, en que él falta aquí; en Aye, que siendo tan chiquita tiene un padre el cual no sabe quién es, ni mucho menos lo que es, o lo que era mejor dicho. Solo pensaba en cada uno de ellos, y en la suerte que tengo de tenerlos a todos —Giro y lo miro a los ojos—, y en la suerte que tengo al tenerte —Me dedica su sonrisa encantadora y luego me besa, succionando mis labios.

—¿Sabes? 

—¿Qué? 

—La otra noche tuve una conversación muy interesante con Aye —Con velocidad me pongo en alerta, ¿qué podrían hablar ellos dos?, y encima decir que fue interesante.

—¿Y me vas a contar, o tengo que sobornarla?

—Me pidió que sea su papá —suelta sin anestesia.

—Te pidió... —balbuceo.

—Bueno, esa fue una de las cosas que me dijo —habla en tono casual.

—¿Y...? ¿Qué más te dijo? —titubeo.

—Me dijo que quería un hermanito —Menos mal que estaba sentada, si no, me hubiera caído de culo al suelo.

—Ella no dijo eso —demando, girando mi cabeza para verla.

—Oh, sí, sí lo dijo —Toma mi barbilla, y me gira para que lo vea a él de nuevo—. Me dijo que quería que nos casemos y que le diéremos un hermanito, y lo más hermoso que me pidió, que nunca imaginé que me fuese a pedir, fue que sea su padre —Hizo silencio unos segundos sin dejar de mirarme—... y no es una forma de endulzarte para que te cases conmigo o que me dieras un hijo; es lo que quiero, lo que deseo, no te voy a mentir, pero sé muy bien que tú necesitas tiempo y estoy dispuesto a dártelo...

—Alex, yo... —Me besa para hacerme callar.

—No tienes que decir nada, no ahora; voy a hacer las cosas con tus tiempos, y voy a sorprenderte, como me pediste —Se vuelve a callar unos segundos, y sonríe—. Te juro que se me hinchó el pecho de orgullo cuando me pidió que sea su padre, y por supuesto que dije que sí, y no la voy a defraudar —Me sonríe—, ni a ti —jura, y cierra su juramento con un beso en mis labios y en mi frente, dejando reposarlos por varios segundos allí.

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