Capítulo 121-Lina

—¡¡Mami, mami!!

Antes que pueda llegar de un salto arriba de la cama, en donde me encontraba, Alex la alza, le besa la sien y la pone a mi lado con cuidado. Yo la acomodo en mi regazo haciendo caso omiso a mi dolor, y la abrazo.

—¿Cómo estás, mi amor? —pregunto, besándole la cara, haciendo que ría.

—Bien... ¿Estás comiendo helado, mami? —Me mira y frunce el ceño.

No le gustó nada que esté en un hospital comiendo helado; ella sabe que eso está mal.

—Nooo —miento—. Tu tío Gaby está comiendo helado.

—No se puede comer helado aquí, mami... Eso no se hace —La hija de siete años reprende a su madre de veintiocho, una locura.

—Una mini-Lina... Dos iguales. ¿Cómo le haces? —escucho murmurar a Ian, dirigiéndose a Alex, quien como repuesta sonríe, se eleva de hombros sin dejar de mirarnos y me guiña un ojo.

—¿Quieres? —le pregunta Gaby moviendo la cuchara adelante del rostro de Aye, sonriéndole.

—Sip.

Mi hija le saca la cuchara, se la lleva a la boca, y después, también le quita el pote.

—Hey, ladrona —grita él, llevándosela hacia sí y haciéndole cosquillas, logrando con eso que ella grite a carcajadas.

—¿Ni en un hospital te comportas? —le reprende Erik entrando en el cuarto con Sole a su lado.

—No tuvo infancia —declara la pelirroja y me dedica una sonrisa—. ¿Cómo estás?

—Muy bien. Quiero ir a casa.

La abrazo una vez que llega a mi lado.

—Todavía no puedes, te vas a quedar aquí un día más.

—Si no tengo nada —me quejo.

—Lina, es solo para estar seguros de que estás bien —explica Erik.

—Como sea... ¿Cuánto tiempo estuve dormida? —pregunto.

—Dos días —murmura Alex; yo abro grande los ojos y sacudo mi cabeza, sin poder creerlo.

—¿Dos días? —repito.

—Sí; lo que sucede es que pasaste por una intensa tortura, la cual te tenía despierta y alerta por la adrenalina. Cuando te encontramos estabas dormida, pero despertaste porque estabas en alerta, lo que significa que no descansaste, y la adrenalina se intensificó al oír los disparos y el traqueteo que había dentro y fuera de la casa, sin mencionar lo que le hiciste a aquel hombre y... bueno, al terminar con todo, la adrenalina te abandonó, sumado a que Ian te durmió, te relajaste y descansaste de verdad —me aclara.

—¿Estuve desmayada por dos días? —vuelvo a preguntar.

—No. Estuviste dormida por dos días —explica esta vez Gaby.

Miro a Ian y le dedico una mirada dura, con lo cual solo obtengo de él un elevamiento de hombros a modo de despreocupación.

Después de una hora de hablar de lo sucedido, y preguntar más de mil veces por Dany «del cual me respondían lo mismo, que ya no iba a dañarnos», ellos me afirmaron y aseguraron que estaba muerto; ya era hora que vayan a casa, la visita había terminado.

—Te portas bien, ¿sí? —Mi hija asiente con la cabeza, la abrazo y la dejo en brazos de Gaby.

—Descansa... Ya mañana vas a volver a casa —Me besa la frente a modo de despedida.

—Y más vale que haya helado esperándome.

El morocho asiente sonriendo y yo le devuelvo la sonrisa. Ellos salen e Ian se acerca a mí, me besa en la mejilla y luego habla.

—Nos vemos, Lara Croft —asiento en silencio y se gira para irse.

—Gracias—le digo. Se da vuelta, nos sonreímos y asiente—. Igual, no me olvido que dormí dos días por tu culpa —le hago saber y sonríe divertido, meneando la cabeza, para luego desaparecer fuera del cuarto.

—Déjalo tranquilo —susurra Alex acariciándome la mejilla—; si no fuera por él, seguro estaríamos todavía peleando en ese lugar.

—Lo sé —Le sonrío.

—¿Lo sabes? —cuestiona elevando una ceja.

—Sí, lo sé... Solo lo molesto —respondo, pero en silencio me digo que me voy a vengar de él, o al menos lo voy a asustar.

—Te amo.

Me besa de esa forma que me hace enloquecer, y solo se separa cuando entra una enfermera para avisarnos que la visita terminó. Después de prolongar la despedida por cinco minutos más, a regañadientes, lo dejo ir.

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